jueves, 9 de diciembre de 2010

Desde Florida para Torres Queiruga y Segundo López




" Mi amigo el escritor Alejandro Roque viendo la poca sustancia con que dos supuestos teologos se autoproclaman tales--al ver el el articulo publicado sobre Torres queiruga y Segundo López. Me ha enviado desde Florida el siguiente escrito parte de su libro "¡Tierra, Tierra!, oye palabra de Yahweh", el cual se puede descargar gratuitamente en la pagina http://profeciasyteologia.blogspot.com. para que la lámpara de estos hombres que dicen saber de nuestro Dios no permanezca tan perdida, opaca y apagada en la profunda ignorancia que muestran, y puedan un dia llegar a alcanzar la verdadera salvacion, y el conocimiento del Creador."
Cuarenta años sin aceite Celestial
“Mas ciertamente vivo yo, y mi gloria hinche toda la tierra. Que todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz. No verán la tierra de la cual juré a sus padres: no, ninguno…andarán…en el desierto por cuarenta años…Conforme al número de los días, de los cuarenta días, en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo. Yo Yahweh he hablado, así haré…”
(Números 14: 21-23, 31-35)

Así ocurrió durante 40 días. Dios envió a través de Moisés a un representante por cada tribu, para examinar y que vieran con sus propios ojos, la tierra de abundantes frutos y bendiciones que Dios estaba a punto de entregarles; sin embargo, pronto perdieron la fe en Dios, al ver a los altos y fornidos moradores de Canaán, cundiéndose de temor y miedo, que seguidamente transmitieron a la turba del pueblo.

La congregación de Israel—plagada de ese miedo—comenzó a quejarse, rebelándose contra Moisés y Dios; no bastándole el privilegio único en la historia, de haber presenciado tantos milagros en Egipto y durante los días que llevaban en el desierto; incluyendo el cruce del Mar Rojo, en medio del agua, por donde caminaron en seco, evitando el ataque y matanza devastadora que habrían sufrido si el ejército del faraón los hubiera alcanzado (Ex 14: 27-31).

El Señor les atribuye que por tal falta de fe en la promesa divina, no entrarían inmediatamente a poseer la tierra, sino que un año por cada día que la inspeccionaron—40 años, v.33-34—peregrinarían en el desierto hasta tanto que esa generación sumamente rebelde (v.21-23) dejara de existir. Serían sus hijos los que entrarían a poseer la tierra, una vez que transcurrieran los cuarenta años.

Israel tuvo que peregrinar cuarenta años en un desierto (Jos 5:6) que podían haber cruzado en solo días.

A veces en nuestras vidas somos rebeldes a los consejos de Dios, y finalmente segamos en angustias que duran años para zurcirse. En la parábola de Las diez vírgenes (Mt 25:13) —y refiriéndose al regreso de Jesús—vemos como cinco de las vírgenes que se preparaban para recibir al esposo eran sabias y prudentes. Las otras cinco eran fatuas, confiando en su propia prudencia, y no en aquella que proviene del Creador.

Las prudentes tomaron aceite de reserva para sus lámparas, en caso que el esposo—por su autoridad soberana—decidiera alargarse un poco en su regreso (como es el tiempo que estamos viviendo ahora), y las fatuas sencillamente confiaron en su autosuficiencia. Llegó la hora del sueño, de la espera cotidiana, hasta que de pronto apareció el esposo, entre trompetas y jubilosos clamores, ya tarde en la oscura noche; sin embargo, las lámparas de las primeras cinco vírgenes prudentes eran las únicas ardiendo, porque tenían aceite y luz de reserva, guiándolas hasta donde se encontraba la entrada al aposento del esposo. Las fatuas quedaron en la oscuridad, sin encontrar la puerta de entrada a las bodas, y se quedaron afuera; olvidadas en un mundo tenebroso, desalentadas y sin luz.

Igualmente Jesús, el esposo de la parábola, vendrá a la hora que no esperas. ¿Está tu lámpara prendida? ¿El aceite de la palabra de Dios arde en tu espíritu cada día? No hagas como Israel cuando Dios le envió a inspeccionar la tierra prometida y por miedo a la muerte perdió la esperanza de llegar a verla; sino que levántate—sin temor—enciende tu lámpara; sé parte de las cinco prudentes, y no os ocurra como dice el pasaje de la parábola, que cuando las otras cinco vírgenes fatuas finalmente creyeron encontrar la puerta a las bodas y pidieron ser autorizadas a entrar, ocurrió que imploraban “diciendo, Señor, Señor, ábrenos. Mas respondiendo él dijo: De cierto os digo que no os conozco. Velad pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir”.

Sabemos el tiempo, pero no el día ni la hora; por tanto, amigo lector, velad. Sal de la cuarentena de tu desierto y enciende tu lámpara espiritual, hasta que arda e ilumine tu andar, y puedas entrar en el reino prometido.


Alejandro Roque Gonzalez , 2010.


http://profeciasyteologia.blogspot.com/2010/02/cuarenta-anos-sin-aceite-celestial.html

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