lunes, 31 de mayo de 2010

¿Es la iglesia católica una secta?


Si realmente estamos a las puertas de una nueva época, si nos encontramos ante un novum histórico, la novedad a de afectar a la Iglesia misma. A ella sobre todo se le dice con palabras de Isaias: “Mira, ahora hago nuevas todas las cosas” ( Is65,17); y a ella se le exige ser coherente con su mensaje de desprendimiento.
¿Cómo podrá desprenderse la que es tan rica, la que tiene tan inconmovible verdad, tan segura doctrina, tan larga tradición, tan clara identidad, tan eficaz organización, tan fuerte autoridad, tan rica liturgia…? Por de pronto hay que recordar que “no es el discípulo más grande que su maestro (Lc 6,40), y que este “siendo de condición divina, decidió desprenderse de ella”( Flp 2,4). No será mucho esperar que la Iglesia decida hacer lo mismo. También a ella se le refiere aquello de que “ quien quiera ganar su vida la perderá” (Mc 8,35). De manera que si en este tiempo ecuménico la iglesia desea a todo trance conservar su verdad, su doctrina, su identidad, su organización …, puede que gane el mundo - y eso es dudoso-, pero ciertamente corre el peligro de perder su alma.
Cada vez que se le pidió la capa, procuro arramblar también con el manto.
Para su desconsuelo –y su descontento-, al final se encontraba más desnuda que antes: veía cómo se le alejaba China, cómo se le oponía la clase obrera, cómo se divorciaban de ella los intelectuales…
Si en estos tiempos nuevos, la Iglesia se sigue aferrando a su verdad, a su ley a su doctrina, a su identidad… y razonando que se trata de un patrimonio indiscutible, se ira convirtiendo en una secta acaso poderosa, acaso influyente y enarbolando el glorioso nombre de católica pero una secta al fin.


Carlos F. Barrerá

Editorial Salterrae

Artículo extractado

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