domingo, 23 de mayo de 2010

Que Dios nos ayude a no murmurar y no quejarnos


Esta es mi oración diaria. Mientras el temor se esparce y la incertidumb reabunda, oremos para que el Espíritu Santo nos muestre que la murmuración y laqueja son señal de que somos impacientes y desconfiamos de nuestro Señor. En Éxodo 17, Moisés se refirió a la murmuración como “tentar a Dios.”Los hijos de Israel habían llegado a Refidim y no había agua para beber. ¡Laduda de incredulidad se esparció por todo el campamento! La gente se olvidó de las anteriores veces en las cuales Dios los había librado de sus aflicciones y comenzaron una vez más a dudar de que Dios estuviera con ellos. Ellos lloraban diciendo, “Dios, ¿por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué no nos dejaste morir allá en lugar de traernos a este lugar para matarnos?”Ellos estaban listos para apedrear a Moisés. Con gran misericordia, Dios les dio agua de la roca, pero el Señor hizo que aquel lugar se llamase Masah yMeriba – murmuración y queja. Era un lugar que no debería ser olvidado en el futuro de Israel.Creemos tener el derecho de murmurar y de quejarnos porque nuestras afliccionesen particular son tan dolorosas, tan difíciles. Han habido momentos en los que he sido culpable de tentar a Dios de esta manera, pero mientras leo Éxodo 17una y otra vez, un temor reverente de Dios emocionó mi alma – “Dios tomaeste asunto muy en serio.”Él nos ha ayudado tanto en el pasado y nos ha probado su fidelidad cada vez.La pregunta es, ¿cuándo confiaremos completamente en él? ¿Cuándo confiaremos completamente en su promesa de guardarnos, de amarnos, de sernuestro Padre, nuestro protector? Necesitamos que el Espíritu Santo nos ayude.Yo le imploro a usted, no murmure ni se queje, por que los que se agarran firme de la fe, ésas personas serán bendecidas. Que Dios me ayude a que esta sea laa ctitud de mi corazón para los tiempos que se avecinan. Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.Si usted pudiese saber cómo todo esto aquí se resolverá para la gloria deDios, usted descansaría en la Palabra de él.


David wilkerson

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