Las Corrientes de pensamiento modernas han desvirtuado completamente los parámetros educativos. No hay límites ni buena educación en varias generaciones jóvenes. No hay contención de ningún tipo. Hace poco no recuerdo si escuché o leí que unos años atrás los cambios se medían en décadas, y hoy se miden en días.
Es cierto que a veces la disciplina del pasado podía ser llevada con crueldad y descontrol por aquellos que no tenían amor. Pero hoy en día, habiendo tanta libertad, el amor tampoco se demuestra de manera correcta. No se puede demostrar amor sin acciones específicas que lleven al bien del ser amado.
En Hebreos 12:5-8 vemos que Dios nos pone límites y es muy claro al decir qué ocurre cuando esto no se hace:
“Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”
Hace también la diferencia entre la corrección limitada de un padre y la de Dios:
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (Hebreos 12:9-10)
La educación y corrección sirven para que seamos mejores y más completos como personas. ¡Qué desagradable resulta ver niños malcriados y descontrolados que avergüenzan a sus padres sin importarles dónde se encuentren! ¡Y qué diferente resulta ver niños equilibrados y obedientes, respetuosos de sus mayores y de las reglas!
La meta de Dios para nosotros es la siguiente:
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11)
Hay mucho que corregir en nuestras vidas espirituales como hijos de Dios...
“Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano... ” (Hebreos 12:12-16)
Hay mucho para aprender...
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25)
Hay mucho para recibir...
“La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles” (Hebreos 12:26-27)
Recordemos: Dios nos da lo mejor. Está en nosotros aprovecharlo y practicarlo.
wwconocereislaverdad.org
Es cierto que a veces la disciplina del pasado podía ser llevada con crueldad y descontrol por aquellos que no tenían amor. Pero hoy en día, habiendo tanta libertad, el amor tampoco se demuestra de manera correcta. No se puede demostrar amor sin acciones específicas que lleven al bien del ser amado.
En Hebreos 12:5-8 vemos que Dios nos pone límites y es muy claro al decir qué ocurre cuando esto no se hace:
“Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”
Hace también la diferencia entre la corrección limitada de un padre y la de Dios:
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (Hebreos 12:9-10)
La educación y corrección sirven para que seamos mejores y más completos como personas. ¡Qué desagradable resulta ver niños malcriados y descontrolados que avergüenzan a sus padres sin importarles dónde se encuentren! ¡Y qué diferente resulta ver niños equilibrados y obedientes, respetuosos de sus mayores y de las reglas!
La meta de Dios para nosotros es la siguiente:
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11)
Hay mucho que corregir en nuestras vidas espirituales como hijos de Dios...
“Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano... ” (Hebreos 12:12-16)
Hay mucho para aprender...
“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25)
Hay mucho para recibir...
“La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles” (Hebreos 12:26-27)
Recordemos: Dios nos da lo mejor. Está en nosotros aprovecharlo y practicarlo.
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