lunes, 11 de enero de 2010

Un gran despertar


¿Qué quiero decir con un gran despertar? Hablo de lo que Pablo describe como una revelación e iluminación: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él. Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” (Efesios 1:17-19)

Pablo les estaba diciendo a los Efesios, “Yo oro para que Dios les dé una fresca revelación, para que él les abra los ojos al llamado que les ha dado. Le estoy pidiendo que os dé nuevo entendimiento sobre vuestra herencia, las riquezas de Cristo que os pertenecen. Existe un impresionante poder que Dios quiere desatar en vosotros. Es el mismo poder que estaba en Jesús. Sí, el mismo poder que tiene el Cristo entronado en el cielo, está en vosotros ahora mismo.”

Según Pablo, “[el poder de la fuerza de Dios] la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” es la misma “supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos” (1:20,19). Por esta razón, Pablo nos exhorta, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (2 Corintios 13:5)

¿Cómo es que debemos examinarnos? Lo hacemos midiéndonos en luz a las maravillosas promesas de Dios. Debemos de preguntarnos: “¿Saco yo de los recursos de Cristo para resistir al diablo? ¿Acceso a su poder para vencer al pecado? ¿Vivo continuamente en la felicidad, paz y descanso que Jesús ha prometido a cada creyente sin excepción?”

Para usted, su propio “gran despertar” viene el día en que usted mira a su vida y clama, “Tiene que haber más de la vida en Cristo que esto. Todos mis planes se han deshecho. Mis sueños se han hecho añicos. Vivo como esclavo de mis miedos y deseos de mi carne. Pero no puedo seguir así más”.

“Sé que el Señor me ha llamado a algo más que a esta vida vencida. Y no seré un hipócrita. Oh, Dios, ¿existe realmente un lugar donde tú me suplirás con fortaleza para vivir victoriosamente? ¿Estás realmente deseoso de hacerme más que conquistador en todas mis aflicciones? ¿Es verdad que has provisto un lugar perfecto de paz para mí en medio de mis batallas?”

¿Es realmente posible para mí tener intimidad continua contigo? ¿Es verdad que no tengo que deslizarme a la apatía nunca más ni luchar penosamente para complacerte? ¿Hay realmente un lugar de descanso en ti donde yo nunca más necesitaré ser avivado, por que mi fe continúa firme?”


David Wilkerson

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