domingo, 10 de enero de 2010

Una religión en auge


Los evangélicos se quintuplicaron en Galicia en los últimos 25 años
Los dos profesores de religión que había en el 2000 se han convertido en 40 repartidos por todo el territorio

Jorge Casanova
La Voz de Galicia


Hace 25 años apenas si existían en Galicia 35 iglesias dedicadas al culto evangélico. Los protestantes gallegos intentaban recuperarse de siglos de persecución e invisibilidad y consolidar su presencia en un territorio en el que, durante el período previo a la Guerra Civil, apuntaban a un notable florecimiento. En el último cuarto de siglo se han multiplicado por cinco y se han consolidado como el culto minoritario más importante en Galicia. Actualmente, algo más de 10.000 evangélicos se reparten por 150 iglesias en todo el territorio.
¿Está viviendo pues la religión evangélica una eclosión en Galicia? Probablemente no. El crecimiento, aunque ininterrumpido, tiene aún una cadencia baja y está vinculado a dos fenómenos fundamentales. Por un lado la paulatina y muy notable incorporación al culto evangélico del pueblo gitano y, por otro, el auge de la inmigración latinoamericana, frenada en los dos últimos años por el deterioro de la situación económica. Esos han sido los dos pilares sobre los que se ha asentado el aumento de los evangélicos en Galicia y que han provocado que la cifra en España supere ya los 1,3 millones.
Invisibles
Sin embargo y pese a su cada vez mayor presencia, los evangélicos siguen siendo un colectivo prácticamente invisible. «Nos estamos normalizando, pero aún queda bastante camino», admite David Rego, secretario ejecutivo del Consello Evangélico de Galicia. «Nuestra asignatura pendiente es la visibilidad de lo que se hace en cada iglesia, de nuestra labor social», explica Rego, coordinador de una compleja estructura eclesial. Los 150 templos evangélicos que hay en Galicia están repartidos entre una veintena de iglesias diferentes, unidas por un patrón común pero con desarrollos distintos. La más importante es la Asamblea de Hermanos, que tiene 38 templos en Galicia; la Iglesia de Filadelfia, a la que pertenecen los creyentes gitanos, tiene 27, y así sucesivamente agrupando a colectivos como el Ejército de Salvación o los centros Reto, vinculados a la reinserción de toxicómanos.
Ante esta dispersión, los evangélicos apuntan a las órdenes católicas: «Es como, por ejemplo, los benedictinos y los jesuitas. ¿Son distintos?, sí. ¿Pertenecen a la misma iglesia?, también», expone José Luis Zapata, pastor en Arteixo, de una congregación multirracial. «Es casi como la ONU», dice. Zapata tiene su trabajo y su familia. Otros pastores, no; se dedican a a tiempo completo a su iglesia y reciben una compensación económica de ella.
Pese a su crecimiento, Xavier Alcalá, escritor que acaba de publicar una saga histórica sobre los evangélicos gallegos opina: «Tienen el mismo problema que los católicos: se enfrentan a una sociedad fuertemente secularizada». Alcalá señala que, en Galicia, los evangélicos «sempre foron tidos por xente rara, pero dunha moral moi estrita e, en certo modo, ese punto de vista aínda pervive».
Condescendencia
Rego asegura que llamar a alguna puerta de la Administración y declararse evangélico todavía resulta difícil y que a otras confesiones se las trata con más condescendencia . Con todo, el secretario del Consello Evangélico de Galicia dice estar satisfecho con el trato de la Consellería de Educación: en diez años han pasado de tener dos profesores de religión en los colegios públicos a cuarenta. Los diez mil evangélicos que viven en la comunidad gallega arrastran a un colectivo más amplio, ya que los nuevos creyentes no son bautizados hasta la edad adulta.
La diversidad de las iglesias evangélicas permite que se agrupen con características casi étnicas. De hecho, en Galicia las hay formadas mayoritariamente por latinoamericanos o gitanos, en tanto otras las forma una población netamente gallega. La provincia de A Coruña, donde se fundó la primera iglesia evangélica gallega en 1875, agrupa casi la mitad de todos los templos de Galicia (73).
Testimonio
José Luis Zapata
Hace ya años, cuando paseaba por delante de la iglesia, alguien que me acompañaba me dijo: <<¿Oyes como cantan éstes? ¿Entramos?>>
Yo respondí con una negativa. Aún no había pasado un mes, cuando Amelia, la mujer del pastor de la iglesia de Coruña, vino a hablar con nosotros para pedirnos una guitarra, pues había venido un predicador de California y quería enseñarnos unas canciones, y no había ningún instrumento musical en la iglesia.
Después de bastante tiempo, cuando recuerdo los primeros pasos en el evangelio, me doy cuenta de la paciencia que tuvieron conmigo tantos hermanos. No tengo recuerdo especial del día que di el paso de aceptar a Cristo. Fue un proceso lento, con muchas luchas, pero al final el Señor me conquistó. Lo que sí recuerdo es cuando me regalaron mi primer Nuevo Testamento, el cual leí con muchos recelos, pero me llenó; cuantas veces, pequeñas actitudes son las que acercan al Señor.
Fue el trabajo de muchos hermanos, a los cuales hoy amo, lo que ayudó a tomar mi mayor decisión. Hoy me preocupan estas mismas pequeñas cosas, las cuales no son tan pequeñas y que pueden ayudar a otros para que también tomen su decisión.
Testimonio
Fe, su esposa
Nací en un hogar donde se practicaba el catolicismo. Allí aprendí a creer en Dios de una forma teórica, aunque a veces se hacía práctica.
Recuerdo que, siendo muy niña, estaba sola y tenía miedo. Entonces vino a mi mente que Dios estaba en todo lugar. Pensé que si Dios estaba a mi lado, no tenía que tener miedo: me puse a hablar con Dios y cual sería mi sorpresa cuando me di cuenta de que había pasado un montón de tiempo y se me había ido el miedo.
A los 15 años, vine a vivir a La Coruña con el motivo de practicar costura. Aprendí a a coser y llegué a trabajar en casa para la confección. Pero por unas cosas que me sucedieron, quise buscar un trabajo fuera, lo que era difícil. Incluso pensé en irme de Coruña.
Me sentía bastante agobiada por eso y un día clamé al Señor y le pedí que, si en verdad existía, y era todopoderoso, que me diera ese trabajo. A la mañana siguiente fui a una oferta de trabajo y, cual sería mi sorpresa cuando me cogieron, y no solo eso, allí conocí a Mari Carmen Dacosta, que me invitó a ir a la iglesia.
¿Que me pareció? Lo que recuerdo es que era algo muy práctico; eso de hablar con Dios, que estaba ahí donde se le llamaba... Me parecía algo tan lógico. Incluso algunos conceptos sobre los que yo tenía dudas; es como si se me abriera un nuevo mundo de claridad. Creo que fue muy pronto que acepté al Señor en mi corazón, pero tardé en hacerlo públicamente.
Ha habido muchas bendiciones y peticiones contestadas en este tiempo. Una de las primeras peticiones que hice al Señor después de aceptarlo, es que, si me casaba (ya que no era mi meta), que me diera un esposo creyente, y doy gracias al Señor por la familia que me dio.
Dios me ha hablado de muchas formas. Del amor al Señor por el cariño que sentía por mis padres, o del amor por las almas de una forma que antes no había sentido.
Uno de los textos que primero aprendí fue Hebreos 11:1 <<>> y uno que se ha hecho real en mi vida a lo largo de estos años es Génesis 28:15 <<>>
Doy gracias al Señor por esta promesa hecha realidad en mi vida y por tantas Bendiciones que me ha dado.
Que Dios le Bendiga

No hay comentarios:

Publicar un comentario