miércoles, 3 de febrero de 2010

Gracia de personas


Dios con frecuencia usa ángeles para ministrar a las personas. Pero mayormente, él usa sus propias personas cariñosas para repartir su gracia. Esta es una razón por la que hemos sido hechos partícipes de su gracia: para ser canales de ella. Se supone que la repartamos a otros. Yo llamo a esto “gracia de personas.”

“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7). Debido al consuelo que se nos es dado por medio de la gracia de Dios, es imposible que ninguno de nosotros continúe apenado toda su vida. En algún punto, estaremos siendo sanados por el Señor y comenzamos a almacenar una reserva de la gracia de Dios.

Yo creo que es esto lo que Pablo quiso decir cuando él escribió, “del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios…de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutable riquezas de Cristo” Efesios 3:7-8). “Todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia” (Filipenses 1:7). El apóstol está haciendo una declaración profunda. El está diciendo, “Cuando yo voy al trono de Dios para obtener gracia, es por vuestro bien. Yo quiero ser un pastor misericordioso para vosotros, y no uno que sea crítico o sentencioso. Quiero estar dispuesto a dispensar gracia a vosotros en vuestros tiempos de necesidades”. La gracia de Dios hizo que Pablo sea un pastor compasivo, capaz de llorar con aquellos que estaban afligidos.

Pedro escribe, “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). ¿Qué significa ser un buen administrador o dispensador de la multiforme gracia de Dios? ¿Soy yo tal persona? ¿O paso mi tiempo orando por mi propio dolor, penas y problemas?

Amados, nuestros sufrimientos actuales están produciendo algo precioso en nuestras vidas. Están formando en nosotros un clamor por el don de la misericordia y la gracia, para ofrecérselas a otros que están doliendo. Nuestros sufrimientos hacen que nosotros queramos ser dadores de gracia.


David Wilkerson

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