viernes, 4 de septiembre de 2009

corregir


Generalmente tomamos con mucha responsabilidad, y así debe ser, lo que dice 1 Timoteo 5:19:
“Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos”
Pero, en muchas ocasiones simplemente tomamos nota de la primera parte de este versículo y no admitimos errores ni equivocaciones en nadie que esté en el liderazgo cristiano.
La murmuración es condenada severamente en la Biblia...
“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley...” (Santiago 5:11)
Pero si cualquier hermano, no importa qué posición ocupe, se equivoca, peca o lleva a otros a pecar, no debemos hacer la “vista gorda”. En la Palabra de Dios encontramos ejemplo e instrucción acerca de la manera de proceder.
“Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le resistí cara a cara, porque era de condenar” (Gálatas 2:11)
Pablo ya había tenido un entredicho con algunos líderes a causa de enseñanzas que confundían a la iglesia, pero en esta ocasión enfrentó a Pedro con mucha firmeza a causa de una conducta equivocada.
“Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” (Gálatas 2:12-13).
No tuvo problemas en decirle hipócrita y simulador. Aquí no se hace evidente una respuesta de parte de Pedro, pero si vamos a las epístolas escritas más adelante por él, podemos ver que en 1 Pedro 2:1-2 se refiere a errores similares:
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía,...desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”
Y en su segunda epístola, habla también de los falsos maestros:
“Pero hubo también falsos profetas ente el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras... y muchos seguirán sus disoluciones...” (2 Pedro 2:1-2)
Evidentemente corrigió su error inicial, y de ninguna manera fue descartado o descalificado.
¿Qué enseñanza podemos tener de estos dos gigantes del evangelio? Que cualquiera puede equivocarse, y que a cualquiera se lo puede corregir de su error, sin importar su posición, utilizando los métodos correctos...
“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen...” (2 Timoteo 2:24-25)
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente...” (Tito 1:5)
La corrección, aunque necesite de dureza, no manifiesta falta de amor o descalificación, sino todo lo contrario. Su objetivo es enderezar para que se continúe correctamente.
Recordemos: Corrección es una manera adecuada para manifestar amor.

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