miércoles, 7 de julio de 2010

Dios perdona


“La ira de Dios y el pecado son dos causas eficientes de toda miseria; pero la causa verdaderamente es el pecado; la ira de Dios, como ocurrió con el edificio que Sansón derribó sobre su propia cabeza, no cae sobre nosotros a menos que nosotros empujemos y tiremos hasta que se nos venga encima” (Richard Baker)
El título que se le da al Salmo 38 es “para recordar”. El salmista posiblemente procura recordarse a sí mismo y a sus lectores que el pecado trae consecuencias dolorosas para la vida, asimismo es posible que también su intención haya sido presentarse delante de Dios para recordarle Sus Misericordias y pedirle que sea propicio ante su necesidad personal.
Comienza detallando las Consecuencias de malas decisiones…
“Jehová no me reprendas en tu furor… Porque tus saetas cayeron sobre mí… Nada sano hay en mi carne, a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mi… Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera… Gimo a causa de la conmoción de mi corazón” (Salmos 38:1-8)
Aunque es difícil precisar en que etapa de la vida de David se escribió este Salmo, muchos comentaristas consideran que es parte de los Salmos Penitenciales que resultaron de su relación ilícita con Betsabé. En ese período oscuro de su vida las consecuencias de su pecado fueron notorias…
El declaró que:
“Nada sano hay en mi carne, a causa de tu ira”
“Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado”
Esto implica la disciplina de Dios que actúa externamente y la conciencia atribulada que opera internamente. Toda esta situación lo lleva a sentirse “humillado… debilitado y molido en gran manera”. Su corazón gemía por lo que él mismo consideraba una “conmoción”, tal es la carga que soporta quien no confiesa su pecado y vive una vida inmersa en el dolor de la culpa…
Luego expresa su profunda Congoja…
“…Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la luz de mis ojos me falta ya… Soy, pues, como un hombre que no oye…” (Salmos 38:9-14)
David sabía que su pecado secreto al tomar exposición pública era un medio seguro para que sus enemigos sacaran ventaja contra él y que aún sus amigos se alejaran indignados, pero este dolor le llevó a presentarse sinceramente delante del Señor porque dice: “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto” (Salmos 38:9)
Samuel Lee escribió: “Las lágrimas secretas para los pecados secretos son una señal excelente de un corazón santo y de un bálsamo curativo para los espíritus quebrantados”
Finalmente manifiesta su Confesión al Señor…
“Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío… Por tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado… Apresúrate a ayudarme, Oh Señor, mi salvación” (Salmos 38:15-22)
Charles Spurgeon dijo: “Cuando la pena lleva a un reconocimiento sincero y apenado del pecado, es una pena bienaventurada, algo que tenemos que agradecer a Dios de corazón”
Como bien dice Proverbios 28:13, “el que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Reconocer nuestra necesidad de Perdón y Misericordia es el principio de una vida verdaderamente plena…
Recordemos: El pecado trae consecuencias terribles… el Perdón de Dios trae Bendiciones inexplicables…

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