miércoles, 21 de julio de 2010

El clima se vuelve extremo: Rusia, a 44 grados; Brasil, a siete bajo cero


La voz de Galicia

Rusia se derrite, Sudamérica se congela. Nada extraño, a priori, si se tiene en cuenta que Europa se encuentra en pleno verano y el Cono Sur está inmerso en lo más crudo del invierno. Pero lo que sí resulta poco habitual es la intensidad de ambos fenómenos. Rusia vive una de las peores olas de calor de su historia, con temperaturas en Moscú por encima de los 37 grados, su récord histórico, mientras que la dureza y persistencia de la corriente polar que azota a Sudamérica, desde Bolivia a Argentina, ha adquirido un rango de excepcionalidad.
Incluso en el sur de Brasil, en el municipio de Uruperna, el termómetro se ha situado en 7,6 grados bajos cero, pero las temperaturas aún han sido más extremas en zonas de Perú (-22), Chile (-15), Argentina (-14) o Bolivia (-7,8). El intenso frío polar que la región viene experimentando desde hace una semana, y que probablemente se prolongará durante los próximos días, se ha cobrado más de un centenar de vidas por hipotermia, fundamentalmente entre las clases sociales más pobres, y ha provocado el colapso de carreteras y aeropuertos y la suspensión de las clases.
Justo lo contrario es lo que está ocurriendo en Rusia, donde el fuerte calor, que en algunos puntos del sur alcanza los 44 grados, ha arruinado los cultivos ante una sequía extrema y ha provocado, en lo que va de verano, la muerte de 1.200 personas ahogadas en ríos, estanques y playas, adonde han acudido en masa para refugiarse de la canícula.
¿Tienen alguna relación dos fenómenos aparentemente tan contrapuestos? Los científicos aseguran que aún es pronto para emitir valoraciones y que habrá que esperar para realizar mediciones y estudiar a fondo lo sucedido, pero la primera impresión es que se confirma lo apuntado por los modelos de cambio climático: el planeta avanza hacia un clima de extremos.
«El sistema climático se está volviendo cada vez más variable y los eventos meteorológicos se hacen cada vez más extremos, con más episodios de frío y de calor», apunta Lino Naranjo, de Meteo Galicia.
«Lo que está pasando se corresponde con lo que nos dicen los modelos de cambio climático», corrobora Ángel Rivera, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Tanto la ola de frío en Sudamérica como la canícula en Rusia coinciden con la divulgación de los datos de la Agencia Nacional Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (Noaa), que revelan que los seis primeros meses del año se han convertido en los más calurosos de la historia; al menos desde que existen mediciones. La temperatura, a nivel global, es 0,68 grados más alta que la media de 14,2 obtenida a lo largo del siglo XX.
Intercambio rápido
Pero que la tierra se esté calentando progresivamente -y lo que sucede este año es una prueba más que así lo constata- no significa en absoluto que vaya a hacer menos frío. «La tendencia del calentamiento global se mantiene, pero esto no supone que el fenómeno sea uniforme, sino que se trata de una media global», aclara el meteorólogo Ángel Rivera. «Lo que sí ocurre -añade- es que hay un intercambio más rápido de las masas de norte a sur, que son más bruscas que las de este a oeste, lo que explica los cambios tan radicales entre un hemisferio y otro». O, dicho de otra forma, los extremos se han instalado en el clima terrestre.

Y los hombres fueron quemados con el intenso calor. Blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria a El.
Apocalipsis 16:9

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