lunes, 12 de julio de 2010

Los obispos siguen callados ante las falsas doctrinas de Torres Queiruga


Todo el mundo debería estar feliz de que se aclararan dudas o sospechas. Supongo que si sobre un funcionario honrado se lanzan infundios de que se ha quedado con la caja estará feliz si se nombra una comisión de investigación para que se aclaren los hechos y se acredite su honorabilidad.
Si, en cambio, es un corrupto, es lógico que le aterre cualquir investigación. Y la obstaculice cuanto pueda. Y ello vale para todos aquellos que son mucho más amigos de Platón que de la verdad. Que no se investigue nada, que no se declare nada, mantengamos la duda permanente no vaya a ser que si se aclara, el dudado, nuestro amigo, quede hundido en la miseria.
Sobre las tesis teológicas de Torres Queiruga y otros recaen sospechas, fundadas o no, de que no son católicas. Todos, empezando por el propio Torres Queiruga, deberían estar interesadísimos en que cese para siempre esa incertidumbre. Que se declare si son católicas o no lo son. O si son dudosas cual sería el modo católico de entenderlas.
El teólogo, tan amante de la Iglesia según algunos nos dicen, descansaría tranquilo si se declarase la absoluta ortodoxia de su pensamiento. Y en caso de que no fuera ortodoxo, él, con tantísimo amor eclesial, estará feliz reconociendo sus errores y abrazando la sana doctrina. Y en el caso imposible, dado su paradigmático amor a la Iglesia, de que se empecinara en unas tésis que se declararan equivocadas, al menos sabría él, y sabríamos todos, que es un heterodoxo declarado. Situación mucho mejor que la actual de no se sabe, no contesta.
Y también ganaría toda la Iglesia. Que podría tranquilísimamente acercarse a Cristo por los caminos queiruguianos una vez que sepamos todos que son vía segura para encontrarnos con Él o que sabríamos que erró en sus elucubraciones y que lo que nos presenta como católico no lo es.
En la Iglesia la doctrina la establecen el Papa y los obispos. Por disposición divina. Los demás no pasamos de tener opiniones que concordarán o no con la verdad de la Iglesia. Yo, mañana, puedo opinar que el mejor intérprete de Cristo es Don Gonzalo Puente Ojea y que San Pablo era un fundamentalista visionario cuyo odio a la mujer le impedía cualquier constrcción intelectual válida. Pues muy bien. Como si sostengo que los burros vuelan. No pasa nada. Simplemente tengo un pensamiento distinto del de la Iglesia. Y si alguien quiere seguirme pues allá los que eso quieran. Lo que parece absurdo es que pretendiera que lo católico es lo mío y el Papa y los obispos unos equivocados.
Hasta en cualquier institución puramente temporal es imposible ese autismo. El Ejército dejaría de existir si cualquier sargento o soldado hiciera lo que le diera la gana contradiciendo las órdenes de sus superiores. Y la Banca desaparecería si contra las normas establecidas para conceder créditos cualquier empleado se dedicara a entregar miles de euros a todo pobre que se encontrara en la calle. O la Medicina si un estudiante que negara la existencia del hígado obtuviera matrícula de honor, o un simple aprobado, porque fuera muy simpático y un grupo de sus amigos lo exigiera.
Parece que Torres Queiruga está siendo investigado. Lo que algo quiere decir. Cierto que puede salir impóluto de la investigación pero algo habrán recelado cuando la han emprendido. Pues bueno será que, cuanto antes, se nos diga lo que los católicos debemos pensar de sus tésis.
Y es muy sospechoso que todo lo peor se empeñe en que se corra un tupido velo. Porque lo más anticatólico está hoy con Torres Queiruga. Aunque no todos los que están con él sean lo peor.
Francisco José Fernández de la Cigoña.

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