lunes, 24 de agosto de 2009

Como un niño pequeño


Mateo nos dice que Cristo llamó a un niño pequeño y lo tomó en sus brazos. Él quería dar a sus discípulos un sermón ilustrado que fuese profundo. Él les dijo entonces, “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (Mateo 18:3-5).

En estos versos, Jesús nos muestra la clase de relación que él desea con los suyos. Él está diciendo, “Miren a este niño. Él es mi iglesia futura. Esta criatura representa cada nuevo creyente que vendrá a mí con fe de niño, de cada nación, raza y tribu. Yo les digo, mi iglesia debe de relacionarse conmigo, como lo hace este niño.”

La palabra Griega que Jesús usa aquí cuando dice “volvéis”, significa “un giro brusco”. Cristo les estaba diciendo a estos hombres, “Vosotros debéis experimentar un vuelco súbito, un giro brusco, en vuestra teología. Debéis dejar atrás rápidamente todos vuestros pensamientos de cómo llegar a ser especial en mi reino a través de vuestras obras. Esa es la manera vieja de hacer las cosas – y está pronta a dejar de ser.”

Luego, él requirió que sus discípulos se humillen. Él les ordenó, “Háganse como niños.” Él les estaba diciendo, “Yo estoy construyendo mi iglesia sobre ustedes. Y si ustedes quieren parte en esto, ustedes deben de volverse tan humildes como este niño que tengo en mis brazos.” Yo creo que él nos está pidiendo dos cosas simples: repudiar toda dependencia propia, y una devoción sin complicaciones. Estos rasgos, dice Jesús, nos caracterizarán como verdaderos siervos del reino: “Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.”

Cristo le dijo a sus discípulos muy directamente, “A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mateo 18:6-7).

Jesús estaba expresando su ira hacia aquellos que enseñan que la cruz no es suficiente para salvar. Él está hablando a los verdaderos cimientos de su iglesia – sus propios discípulos. Él les estaba advirtiendo a que no se ofendieran de la cruz. Ellos tenían que aceptar el hecho de que sólo él es la paga completa de nuestros pecados.

De igual manera, Jesús le está diciendo a la iglesia hoy día: “¡Ay de aquel predicador, maestro o testigo que pone una piedra de tropiezo delante de uno de estos niños convertidos! Ellos vienen a mí con simple fe y arrepentimiento. Y ustedes provocarán mi ira si los ofenden diciéndoles, ‘Jesús no es suficiente. Si quieres ser verdaderamente salvo, tienes que hacer más. Aquí tienes las doctrinas específicas y las pautas de nuestra iglesia…”
Pastores, evangelistas, maestros – dejen que la seriedad de de las palabras duras de Jesús entren profundamente en sus almas. “…Mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar.”
David Wilkerson

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