El poder de Dios

Cuando observamos un cielo lleno de nubes, éstas pueden producir diferentes reacciones: Las hay como copos de algodón, con formas variadas y esponjosas. Las hay volátiles y livianas que parecen evaporarse en el cielo. Las hay negras y ominosas, presagiando tormentas y causando sobresaltos. Las he visto cubriendo montañas como un manto protector y también rodeando un monte como si fueran su ropaje...
En el libro de Nahum leemos lo siguiente:
“Profecía sobre Nínive... Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos... Los montes tiemblan delate de él y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas” (Nahum 1-2; 5-6)
Suena aterrador. Nos permite imaginarlo como un gigante iracundo, listo para la destrucción, usando la magnificencia de su poder ilimitado... Pero, si nos quedáramos solamente con esa imagen estaríamos olvidando lo que sigue, en Nahum 1:7...
“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”
También leemos en el Salmo 119:68 y Lamentaciones 3:25...
“Bueno eres tú, y bienhechor...” (Salmos 119:68)
“Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca” (Lamentaciones 3:25)
¿Cuándo el Dios de misericordia se convierte o transforma en el Dios de venganza? Cuando hacemos lo que dice Nahum 1:9,11...
“¿Qué pensáis contra Jehová? El hará consumación; no tomará venganza dos veces de sus enemigos... De ti salió el que imaginó mal contra Jehová, un consejero perverso”
Si confiamos en El podremos estar seguros de su misericordia. Si maquinamos males, también estemos seguros que nos dará la consecuencia que nos merecemos.
Recordemos: Podemos fortalecernos en Él o chocar contra la fuerza de su Poder.

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