Torres Queiruga y la falsa doctrina
La sana doctrina se enseña mediante palabras inspiradas en las Sagradas Escrituras.
La escritura es la que nos mantiene en la sana doctrina, la que nos pone en guardia respeto a espiritualidades frutos de espiritualidades humanas, respecto a la salvación por nuestros propios medios. Sólo Dios nos salva y la Biblia nos narra la historia de la salvación, de la ternura y del perdón de Dios crucificado.
Las devociones, los gestos litúrgicos del pueblo cristiano han de centrarse en el primado de Cristo, crucificado y Resucitado.
Leyendo las cartas pastorales podemos ver que se puede desviar la sana doctrina de varios modos.
1 Timoteo 1,3.7. “Al partir para Macedonia te encargué que permanecieras en Éfeso para hacer frente a esos que andan enseñando doctrinas extrañas. A ver si dejan de prestar atención a fábulas más aptas para promover disputas de Dios frente a la fe.
La sana doctrina también se corrompe con desviaciones doctrinales, que no son necesariamente herejías o negaciones de la fe, pero sí formas de desorientación arbitraria y cancerosa del Kerigma, que no tienen que ver con el fuego del Evangelio y se pierden en vanidades y complicaciones insensatas.
1 Timoteo 4,1.2 “El espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe y prestarán oídos a Espíritus seductores y doctrinas diabólicas.
Pablo nos pone en guardia contra la vana palabrería (1Timoteo 1,6). Mientras la sana doctrina tiende a un lenguaje lineal, sencillo, incisivo, la doctrina enfermiza tiende a esconderse en formulas complicadas.
Sólo el señor conoce a los que son suyos, sabe quien está con él y contra él, y el tiempo lo dirá.
En el fondo, nos encontramos en la misma situación de Timoteo, que tiene dificultad para discernir quien sigue de veras la sana doctrina.
“Yo sé que, después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos crueles, que no perdonarán al rebaño. Incluso de entre vosotros mismos saldrán algunos difundiendo doctrinas permisivas para arrastrar a los discípulos detrás de ellos” (Hech 20,29,30)
Los tiempos anunciados por el apóstol han llegado ya porque vendrá un tiempo que los hombres no soportarán la sana doctrina sino que, llevados de sus propias concupiscencias se rodearán de multitud de maestros que les dirán palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y se volverán a las fábulas.
“Qui potest capere, capiat” = el que quiera entender que entienda
La sana doctrina se enseña mediante palabras inspiradas en las Sagradas Escrituras.
La escritura es la que nos mantiene en la sana doctrina, la que nos pone en guardia respeto a espiritualidades frutos de espiritualidades humanas, respecto a la salvación por nuestros propios medios. Sólo Dios nos salva y la Biblia nos narra la historia de la salvación, de la ternura y del perdón de Dios crucificado.
Las devociones, los gestos litúrgicos del pueblo cristiano han de centrarse en el primado de Cristo, crucificado y Resucitado.
Leyendo las cartas pastorales podemos ver que se puede desviar la sana doctrina de varios modos.
1 Timoteo 1,3.7. “Al partir para Macedonia te encargué que permanecieras en Éfeso para hacer frente a esos que andan enseñando doctrinas extrañas. A ver si dejan de prestar atención a fábulas más aptas para promover disputas de Dios frente a la fe.
La sana doctrina también se corrompe con desviaciones doctrinales, que no son necesariamente herejías o negaciones de la fe, pero sí formas de desorientación arbitraria y cancerosa del Kerigma, que no tienen que ver con el fuego del Evangelio y se pierden en vanidades y complicaciones insensatas.
1 Timoteo 4,1.2 “El espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe y prestarán oídos a Espíritus seductores y doctrinas diabólicas.
Pablo nos pone en guardia contra la vana palabrería (1Timoteo 1,6). Mientras la sana doctrina tiende a un lenguaje lineal, sencillo, incisivo, la doctrina enfermiza tiende a esconderse en formulas complicadas.
Sólo el señor conoce a los que son suyos, sabe quien está con él y contra él, y el tiempo lo dirá.
En el fondo, nos encontramos en la misma situación de Timoteo, que tiene dificultad para discernir quien sigue de veras la sana doctrina.
“Yo sé que, después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos crueles, que no perdonarán al rebaño. Incluso de entre vosotros mismos saldrán algunos difundiendo doctrinas permisivas para arrastrar a los discípulos detrás de ellos” (Hech 20,29,30)
Los tiempos anunciados por el apóstol han llegado ya porque vendrá un tiempo que los hombres no soportarán la sana doctrina sino que, llevados de sus propias concupiscencias se rodearán de multitud de maestros que les dirán palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y se volverán a las fábulas.
“Qui potest capere, capiat” = el que quiera entender que entienda
Como bien dices "La sana doctrina se enseña mediante palabras inspiradas en las Sagradas Escrituras" pero como bien sabemos la inspiración, a veces, es traicionera. Por eso hacer un lanzamiento de versículos de la Sagrada Escritura para defender posicionamientos o ideas sin exponer donde está la "falsa doctrina" no es de lo más aconsejable. Todos podríamos devolver ese lanzamiento de versículos con otros que llevasen el agua hacia nuestra huerta... Si hay una falsa doctrina expóngase cual es, seamos transparentes y verdaderos y digamos porque es falsa, en que es falsa y dejemos que las personas diriman los razonamientos. No me parece justo no fundamentar las acusaciones y jugar con el miedo a ser confundidos... Es labor del cristiano según el Concilio Vaticano II discenir y ser crítico con las enseñanzas de la Iglesia y por ende con todo lo que le rodea en su vida... Un saludo de un santiagués.
ResponderEliminarjm
ResponderEliminar