Fuente: La Voz de Galicia
Fernando Ónega
Disculpen la frialdad: si la nueva gripe ha causado hasta ahora cuatro muertes en España y hay 1.222 afectados, no estamos en una situación grave. Estamos en un índice de mortalidad del 4 por 1.000, que es normal en una enfermedad de este tipo. Lo preocupante es la evolución. Después de varios meses sin víctimas mortales, esos cuatro fallecimientos se han producido en el plazo de dos semanas, y los dos últimos en un intervalo de doce horas. Al mismo tiempo, se sabe que aumentan los casos de gravedad, localizados ya en nueve comunidades autónomas. Y hay indicios de que los contagios se aceleran, para sorpresa de los científicos, que pensaban que el verano daría una tregua, en espera de un otoño y un invierno sobre los que pocos se atreven a hacer un pronóstico.
Entre esos pocos está el Reino Unido. Sus vaticinios son terribles: el 30% de los adultos y la mitad de los niños británicos caerán enfermos; el número de muertes multiplicará por diez las cifras de la gripe tradicional; pueden llegar a 63.000. ¿Se han parado ustedes a pensar lo que son 63.000 muertos en cuatro o cinco meses? Son unas quinientas defunciones diarias. Si ayer fue noticia de primera la muerte de dos personas en España, fíjense la situación de pánico que pueden crear medio centenar de entierros cada día.
Prefiero quedarme con la previsión española: ocho mil muertes en el mismo período de tiempo. Y aun así, fíjense: para que se mantenga esa proporción de mortalidad del 4 por 1.000 haría falta que enfermasen o enfermásemos más de veinte millones de ciudadanos. Es decir: en este momento, todos, usted y yo, tenemos el 50% de probabilidades de ser contagiados. Es seguro que alguien de nuestra familia más próxima, alguien que viva en el mismo hogar, caerá enfermo.
¿Estamos preparados para ese tremendo impacto? Tengo dudas razonables. Sobre los hospitales caerá una presión de enfermos reales y dudosos que es difícil que se pueda soportar. Veremos un espectáculo de urgencias saturadas y al borde del caos, por si no lo estuvieran ya. Las empresas sufrirán una nueva crisis por las bajas laborales, justo cuando se busca aumento de productividad. La Seguridad Social tendrá que hacer frente a un altísimo coste imprevisto, que se añade al mal momento de sus finanzas. Y todo esto ocurrirá en todo el mundo.
Lo increíble es que, ante tal amenaza, la producción del antiviral no cubre la demanda y la vacuna no estará en el mercado antes de enero. O las autoridades sanitarias del planeta se unen y aceleran la producción de medicinas y vacunas, aunque sea violentando el derecho de patente de una empresa, o nos encaminamos hacia el desastre: el nuevo desastre en medio de la recesión.
Entre esos pocos está el Reino Unido. Sus vaticinios son terribles: el 30% de los adultos y la mitad de los niños británicos caerán enfermos; el número de muertes multiplicará por diez las cifras de la gripe tradicional; pueden llegar a 63.000. ¿Se han parado ustedes a pensar lo que son 63.000 muertos en cuatro o cinco meses? Son unas quinientas defunciones diarias. Si ayer fue noticia de primera la muerte de dos personas en España, fíjense la situación de pánico que pueden crear medio centenar de entierros cada día.
Prefiero quedarme con la previsión española: ocho mil muertes en el mismo período de tiempo. Y aun así, fíjense: para que se mantenga esa proporción de mortalidad del 4 por 1.000 haría falta que enfermasen o enfermásemos más de veinte millones de ciudadanos. Es decir: en este momento, todos, usted y yo, tenemos el 50% de probabilidades de ser contagiados. Es seguro que alguien de nuestra familia más próxima, alguien que viva en el mismo hogar, caerá enfermo.
¿Estamos preparados para ese tremendo impacto? Tengo dudas razonables. Sobre los hospitales caerá una presión de enfermos reales y dudosos que es difícil que se pueda soportar. Veremos un espectáculo de urgencias saturadas y al borde del caos, por si no lo estuvieran ya. Las empresas sufrirán una nueva crisis por las bajas laborales, justo cuando se busca aumento de productividad. La Seguridad Social tendrá que hacer frente a un altísimo coste imprevisto, que se añade al mal momento de sus finanzas. Y todo esto ocurrirá en todo el mundo.
Lo increíble es que, ante tal amenaza, la producción del antiviral no cubre la demanda y la vacuna no estará en el mercado antes de enero. O las autoridades sanitarias del planeta se unen y aceleran la producción de medicinas y vacunas, aunque sea violentando el derecho de patente de una empresa, o nos encaminamos hacia el desastre: el nuevo desastre en medio de la recesión.
Muy claro y acertado el articulo,nosotros al otro lado del mundo ya estamos viviendo esa situacion,lo mejor por hacer es crear conciencia y extremar las medidas de higiene a seguir,como diria una señora amiga del blog "EDUCAR",sin perdida de tiempo antes de que colapsen los sistemas sanitarios y la confusion sea tal que deje de lado el razonamiento y la cordura,el panico no es buen consejero,como ya le habia comentado me toco estar por los hospitales este ultimo tiempo y la confusion es tal que se hace mas mal que bien,ademas la urgencia de estos casos hace que se retrasen otros en la mayoria de los hospitales de mi pais han sido suspendidas las cirugias programadas por un mes debido a que estan colapsados por casos de gripe y cuadros de problemas respiratorios,esperemos se pueda llegar a un balance minimo ya que de otra manera tendremos que lamentar no solo los muertos por la gripe sino tambien los que no podran ser atendidos como corresponde.Un cordial saludo.
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