¿Existen los milagros?
La época del Señor Jesucristo quedó atrás. La era de sus discípulos ya no existe. El ministerio del Señor, luego encomendado a esos hombres especiales que lo acompañaron durante su vida, estuvo signada por milagros y acontecimientos especialísimos que señalaban que ése era un momento extraordinario en la historia de la humanidad. ¿Cómo podría haber sucedido de otra manera? ¿Podía la presencia física del Eterno encarnado estar en la tierra y no manifestarse? ¡Imposible! Y utilizó ese poder para divulgar el evangelio hasta los confines de la tierra, a través de la revolución que causaron los apóstoles predicando y obrando.
¿Hace Dios milagros hoy en día? ¡Por supuesto! Recibir respuesta a una oración específica; que un enfermo postrado y desahuciado por los médicos se recupere y continúe con su vida; que se provea todo lo necesario para realizar alguna actividad para la cual humanamente era imposible conseguirlo; ver una vida perdida y arruinada por el pecado transformarse en útil y limpia por el poder del evangelio de Jesucristo... ¿No son milagros?...
¿Hace Dios milagros hoy en día? ¿Podría alguien negarlo? El hace milagros que lo glorifiquen a El, por su directa y absoluta intervención.
Aquellos otros que den gloria, fama, renombre o como se nos ocurra llamarlo, a hombres que intervienen en ellos, ya quedaron relegados a otras épocas...
Leamos Mateo 15:29-31:
“Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel”
¿Podemos hacer eso? El Señor puede levantar a los enfermos pero nosotros no podemos obrar milagros a voluntad como en los días apostólicos, sino esperar en Su Santa Voluntad... pero hay muchas cosas que sí podemos y debemos hacer...
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11)
Nuestras vidas deben Glorificarlo a El
“Y glorificaban a Dios en mí” (Gálatas 1:24)
Nuestros cuerpos deben traer Gloria para El
“Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato...pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, y oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne...para que no me enaltezca sobremanera...Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:6-9)
Nuestros ministerios deben atraer la atención hacia Su Persona
“Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no la da letra, sino del espíritu...y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, ... ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” (2 Corintios 3:4-8)
Recordemos: No importa lo que suceda, la Gloria la merece El...
La época del Señor Jesucristo quedó atrás. La era de sus discípulos ya no existe. El ministerio del Señor, luego encomendado a esos hombres especiales que lo acompañaron durante su vida, estuvo signada por milagros y acontecimientos especialísimos que señalaban que ése era un momento extraordinario en la historia de la humanidad. ¿Cómo podría haber sucedido de otra manera? ¿Podía la presencia física del Eterno encarnado estar en la tierra y no manifestarse? ¡Imposible! Y utilizó ese poder para divulgar el evangelio hasta los confines de la tierra, a través de la revolución que causaron los apóstoles predicando y obrando.
¿Hace Dios milagros hoy en día? ¡Por supuesto! Recibir respuesta a una oración específica; que un enfermo postrado y desahuciado por los médicos se recupere y continúe con su vida; que se provea todo lo necesario para realizar alguna actividad para la cual humanamente era imposible conseguirlo; ver una vida perdida y arruinada por el pecado transformarse en útil y limpia por el poder del evangelio de Jesucristo... ¿No son milagros?...
¿Hace Dios milagros hoy en día? ¿Podría alguien negarlo? El hace milagros que lo glorifiquen a El, por su directa y absoluta intervención.
Aquellos otros que den gloria, fama, renombre o como se nos ocurra llamarlo, a hombres que intervienen en ellos, ya quedaron relegados a otras épocas...
Leamos Mateo 15:29-31:
“Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí. Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel”
¿Podemos hacer eso? El Señor puede levantar a los enfermos pero nosotros no podemos obrar milagros a voluntad como en los días apostólicos, sino esperar en Su Santa Voluntad... pero hay muchas cosas que sí podemos y debemos hacer...
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 4:11)
Nuestras vidas deben Glorificarlo a El
“Y glorificaban a Dios en mí” (Gálatas 1:24)
Nuestros cuerpos deben traer Gloria para El
“Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato...pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, y oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne...para que no me enaltezca sobremanera...Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:6-9)
Nuestros ministerios deben atraer la atención hacia Su Persona
“Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no la da letra, sino del espíritu...y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, ... ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” (2 Corintios 3:4-8)
Recordemos: No importa lo que suceda, la Gloria la merece El...
www.daresperanza.com
El mayor milagro es que luego de 2 milenios, todavía existimos creyentes y testigos de verdaderos milagros, de esos que dan 'nueva vida' al hombre y la mujer que han muerto en su fe, en su esperanza y en su caridad...
ResponderEliminarEl problema es que la jerarquía eclesiástica y el Vaticano no quieren verlos o aceptarlos como tales...
Dios sigue actuando en la Historia de la humanidad, y sigue haciendo prodigios... pero muchos, incluso los jerarcas, se empeñan en atribuirlos a otros: como la Ciencia, los Gobiernos, o simplemente a 'casualidades'
saludos cordiales