Creo que el Salmo 46 es una figura de la “Tierra Prometida” del Nuevo Testamento. De hecho, el Salmo 46 representa el reposo divino al que se refiere Hebreos: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9). Este Salmo describe el reposo del pueblo de Dios. Habla de su fuerza siempre presente, su ayuda en el tiempo de la necesidad, su paz en medio del caos. La presencia de Dios está con nosotros en todo momento, y su ayuda siempre llega a tiempo.
Israel rechazó este reposo: “Pero aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra” (Salmo 106:24). Tristemente, la iglesia de hoy se parece a Israel. A pesar de las grandes promesas de Dios para con nosotros, su seguridad de paz, ayuda y provisión completa, no confiamos plenamente en Él. Al contrario, nos quejamos: “¿Dónde está Dios en mis pruebas? ¿Está conmigo o no? ¿Dónde hay alguna evidencia de su presencia? ¿Por qué sigue permitiendo que estas tribulaciones se acumulen sobre mí?”
Hoy, escucho al Señor preguntándole a su iglesia: “¿Crees que todavía le hablo a mi pueblo? ¿Crees que anhelo darte mi ayuda y dirección? ¿Realmente crees que yo quiero hablar contigo diariamente, a cada hora, momento tras momento?” Nuestra respuesta debe ser como la de David. Ese hombre de Dios sacudió el infierno cuando hizo la siguiente declaración respecto al Señor: “Porque él dijo, y fue hecho; el mandó, y existió” (Salmos 33:9).
Vemos acá, la promesa de Dios para cada generación de los que creen su Palabra, que Él desea hablarnos: “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones” (Salmos 33:11). ¡El Creador del universo quiere compartir sus pensamientos con nosotros!
La Escritura es clara, al decir: “Nuestro Dios habló a su pueblo en el pasado, está hablando a su pueblo ahora, y continuará hablándonos hasta el fin de los tiempos. Algo aun más grande: Dios quiere hablarle a usted acerca de su problema presente. Quizás lo haga a través de su Palabra, a través de un amigo piadoso o a través de un Espíritu quieto, una suave voz, un susurro: “Este es el camino, anda en él”.
No importa los medios que Él utilice, usted reconocerá su voz. Las ovejas conocen la voz de su Pastor. Y Él es fiel porque: “El guarda (preserva) las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra” (Salmos 97:10).
Israel rechazó este reposo: “Pero aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra” (Salmo 106:24). Tristemente, la iglesia de hoy se parece a Israel. A pesar de las grandes promesas de Dios para con nosotros, su seguridad de paz, ayuda y provisión completa, no confiamos plenamente en Él. Al contrario, nos quejamos: “¿Dónde está Dios en mis pruebas? ¿Está conmigo o no? ¿Dónde hay alguna evidencia de su presencia? ¿Por qué sigue permitiendo que estas tribulaciones se acumulen sobre mí?”
Hoy, escucho al Señor preguntándole a su iglesia: “¿Crees que todavía le hablo a mi pueblo? ¿Crees que anhelo darte mi ayuda y dirección? ¿Realmente crees que yo quiero hablar contigo diariamente, a cada hora, momento tras momento?” Nuestra respuesta debe ser como la de David. Ese hombre de Dios sacudió el infierno cuando hizo la siguiente declaración respecto al Señor: “Porque él dijo, y fue hecho; el mandó, y existió” (Salmos 33:9).
Vemos acá, la promesa de Dios para cada generación de los que creen su Palabra, que Él desea hablarnos: “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones” (Salmos 33:11). ¡El Creador del universo quiere compartir sus pensamientos con nosotros!
La Escritura es clara, al decir: “Nuestro Dios habló a su pueblo en el pasado, está hablando a su pueblo ahora, y continuará hablándonos hasta el fin de los tiempos. Algo aun más grande: Dios quiere hablarle a usted acerca de su problema presente. Quizás lo haga a través de su Palabra, a través de un amigo piadoso o a través de un Espíritu quieto, una suave voz, un susurro: “Este es el camino, anda en él”.
No importa los medios que Él utilice, usted reconocerá su voz. Las ovejas conocen la voz de su Pastor. Y Él es fiel porque: “El guarda (preserva) las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra” (Salmos 97:10).
David Wilkerson
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