viernes, 18 de junio de 2010

Joxe Arregi dice que el nombramiento de Munilla es producto de una conspiración




Afirma que el nuevo obispo de San Sebastián tiene en su poder una carpeta denominada 'Mafia'








pocos días de que José Ignacio Munilla tome posesión de su cargo como nuevo obispo de San Sebastián, la polémica sigue creciendo. Semanas después de que 85 de los 110 párrocos guipuzcoanos respaldaran un comunicado en el que manifestaban su disconformidad con este nombramiento, el todavía prelado de la diócesis palentina ha recibido una nueva embestida, esta vez de parte del teólogo franciscano vasco Joxe Arregi. El religioso acusa a Munilla de esconder en su ordenador una carpeta con el nombre de ‘Mafia’, que contiene "conspiraciones" y "maniobras eclesiales turbias", así como "fichas" de algunos de sus compañeros de presbiterio.
Arregi realiza unas declaraciones a la Web ‘religiondigital.com’ en las que explica que al ser nombrado obispo de Palencia, Munilla se dejó olvidada dicha carpeta en el ordenador de la parroquia de Zumárraga, la cual había regentado hasta entonces. Según Arregi, el nuevo obispo mandó a una tercera persona que hiciera una copia de la misma y borrara la original del ordenador, pero cuando procedía a desempeñar la tarea “le sorprendieron con las manos en la masa”.




En declaraciones a El MUNDO desde el santuario de Arantzazu, Arregi cuenta que, al ser nombrado obispo de Palencia, Munilla se dejó olvidada en el ordenador de la parroquia de Zumárraga esa carpeta «comprometedora». Tanto, que el nuevo obispo mandó a una persona «para hacer una copia de la misma y borrarla». Con tan mala fortuna que «la sorprendieron con las manos en la masa».Al franciscano vasco le ofrecen «toda la credibilidad del mundo las fuentes» que le comentaron la existencia de la carpeta. Es «algo que se viene comentando en ciertos círculos desde hace tiempo, y yo estoy moralmente seguro y convencido de que no es un bulo». Más aún, asegura que «podría dar detalles, pero no lo voy a hacer, al menos por ahora».Eso sí, asegura que en la carpeta hay «clarísimos elementos de conspiración o de maniobras eclesiales un poco turbias». Por ejemplo, «aparecen conversaciones y escritos de los obispos más integristas y agresivos de la Conferencia Episcopal Española». ¿Del cardenal Rouco, por ejemplo? «No va usted descaminado, pero también de otros».Pero, según Arregi, eso no es lo peor. «Lo más grave es que en la carpeta aparecen fichas de determinados sacerdotes relevantes de la diócesis de Guipúzcoa. Y eso es lo que me huele mal. Me huele a algo policial. Con informaciones privadas y públicas, especialmente sobre su ideología política y el posicionamiento eclesiológico y pastoral de dichos sacerdotes».De ahí que el religioso sintiese el «deber de hacer público el hecho, porque es demasiado importante. No era sano ni bueno mantener todo eso oculto». Porque, además, esa carpeta con información tan delicada fue enviada «a muchas personas y a altas personalidades, algunas de mucha relevancia en Madrid, e incluso al Vaticano».Para Arregi, la existencia de la carpeta de Munilla demuestra que «hay un plan o una estrategia preestablecida desde hace años». Un plan que consiste en «llevar a cabo la restauración del modelo eclesial preconciliar y marginar a los pocos obispos que quedan inspirados en el Vaticano II


En los primeros primeros siglos, una iglesia “fermento” mantiene ante la sociedad el principio electivo.
Lo mantiene ante todo por razones teológicas y de fidelidad al Evangelio: por una convicción sorprendentemente comunitaria de Dios y una convicción de que aún más grave que manipular a los hombres, es intentar manipular el Espíritu apropiándose privadamente de Él. Si surgen problemas se intenta armonizar las exigencias de la realidad con las exigencias del Evangelio, antes que negar simplemente éstas.
Y la autoridad está precisamente para ayudar a encontrar esos caminos de vigencia lo que parece pedir el Evangelio, en lugar de suplantarlo. Así es como los papas resultan ser los grandes defensores del principio electivo.
Una iglesia así, aún con sus torpezas y sus fallos humanos, que siempre los hay, resulto “sacramento de comunión” y levadura para la sociedad de su época
Más adelante y conforme nos acercamos al segundo milenio, una iglesia identificada con la sociedad no consigue mantener en pie el principio electivo.
No consigue mantenerlolo, en primer lugar, por la impresionante estratificación de aquella sociedad, en que “el laico” se reduce simplemente al Rey o los nobles.
También por la clericalización cada vez mayor de la iglesia. Así, “la iglesia” va reduciéndose primero al clero y luego a los canónigos catedralicios apropiándose ellos solos la elección.
La actual demanda que existe en un amplio sector eclesial más consciente, y que reclama una vuelta a la tradición primitiva en el tema de las decisiones episcopales, no procede de una falta de amor ni de obediencia, aún cando algunas veces se manifieste de forma ruidosa, de protestas o hasta de abandonos.
Es una demanda evangélica. No será cristiano reaccionar ante ella como suelen reaccionar los fariseos de todos los sistemas ante las voces proféticas: tratando de convertirlos en voces heréticas. Más bien, debe ser atendida coma una voz de Dios, que suele comenzar a abrirse camino de maneras desconcertantes, como o hizo a través del niño Samuel “Habla Señor, que tu siervo escucha” (1Sam3). Y hay que procurar abrirse a ella aún a costa de la propia seguridad o la sensación de amenaza del propio poder. El actual sistema de nombramiento de los obispos lleva implícitamente a creer que la autoridad y la misión de los obispos proceden del papa. Y non es así: Non fue Pedro quien eligió a los apóstoles, ni tampoco Jesús por medio de Pedro, sino que fue directamente Jesús




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