martes, 22 de junio de 2010

Los cimientos de la fe


¿Sobre qué cimientos está su fe construida? Las Escrituras nos dicen que la fe viene por el oír, y que la Palabra de Dios nos da “oídos espirituales” permitiéndonos oír (ver Romanos 10:17). Bueno, aquí está lo que la Biblia dice sobre la experiencia de los desiertos en nuestras vidas:

“No me arrastre la corriente de las aguas, ni me trague el abismo…Respóndeme, Jehová, por que benigna es tu misericordia…No escondas de tu siervo tu rostro, por que estoy angustiado” (Salmo 69:15-17). Claramente, las aguas de aflicción inundan las vidas de los que agradan a Dios.
“Por que tú, Dios, nos probaste; nos purificaste como se purifica la plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga… ¡Pasamos por el fuego y por el agua!” (66:10-12). ¿Quién nos mete en la red de aflicciones? Dios mismo lo hace.
“Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo tu palabra…Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (119:67, 71). Estos versos lo hacen perfectamente claro: Es bueno para nosotros – aun nos bendice – el ser afligidos.
Considere el testimonio del Salmista: “Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas…Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del seol; angustia y dolor había yo hallado. Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo: ‘¡Jehová, libra ahora mi alma!’” Salmo 116:1-4). Aquí tenemos a un siervo fiel quien amaba a Dios y tenía gran fe. Aún así, él enfrentó las penas del dolor, problemas y muerte.

Encontramos este tema a través de la Biblia. La Palabra de Dios declara a gran voz que el camino hacia la fe es a través de las aguas y del fuego: “En el mar fue tu camino y tus sendas en las muchas aguas” (Salmo 77:19). “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz…Abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril” (Isaías 43:19) “Cuando pases por las aguas yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti (Isaías 43:2). “Por que yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: ‘No temas, yo te ayudo’”. (Isaías 41:13)

El último verso contiene una llave importante: En cada desierto que enfrentamos, nuestro Padre está agarrando nuestra mano. Pero sólo aquellos que pasan por el desierto reciben esta mano de consuelo. El se la extiende a aquellos que están atrapados en rugientes ríos de problemas.

David Wilkerson

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