lunes, 20 de abril de 2009

Vivir el morir


07/10/2006 (Antonio Cruz)
La vida del ser humano tiene valor por ella misma. Su mérito no aumenta o disminuye en función de las características personales del titular que la posea. Situaciones como la vejez, la soledad, la enfermedad o la inutilidad laboral no pueden robarle importancia ni convertirla en instrumento para dudosos fines. De ahí que la vida del hombre sea también el principal fundamento de todos los demás bienes. La ética cristiana ha considerado siempre que el valor de la vida humana debe ser cuidado especialmente por encima de los demás valores porque se trata de un bien superior regalado por Dios.
En él tiene su origen y su destino último. De esta inviolabilidad de la vida humana se sigue que cualquier forma de homicidio o suicidio es claramente contraria a la voluntad del Creador. No obstante, es conveniente distinguir aquí entre suicidio y entrega voluntaria de la vida en favor de los demás o de la causa del Evangelio. El Señor Jesús constituye para el creyente un evidente ejemplo en este sentido. El Maestro amaba la vida pero no se mostraba indiferente ante la muerte. Las lágrimas de la viuda de Naín cuando iba a enterrar a su hijo le desgarran el alma. El Hijo de Dios llora frente a la tumba de su amigo Lázaro. Los enfermos y mutilados le conmueven consiguiendo así que él los sane. Pero Cristo no le da la espalda a la muerte sino que va directamente a su encuentro afirmando que yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo (Jn. 10:17ó18). Es el amor al Padre y a la criatura humana el que mueve la voluntad de Jesucristo. Esta actitud ha sido, sin embargo, mal interpretada desde círculos ajenos a la fe. Se ha dicho que Jesús se suicidó premeditadamente, al no abandonar la ciudad cuando supo que su crucifixión era inminente. También se ha manifestado que la idea de que Dios da la vida y sólo él puede quitarla, aunque está profundamente arraigada en la tradición judía y cristiana, en realidad, lo estaría de una forma bastante incoherente, ya que ambas tradiciones religiosas dan un estatus al mártir que deliberadamente ofrece su vida y muerte por Dios. ¿Hay algo de cierto en estas afirmaciones? Lo primero que conviene señalar es que Jesús no se quita la vida, sino que la pone de forma libre y generosa en manos del Padre por amor a los hombres. El no quería morir en la cruz. En el huerto de Getsemaní oró amargamente diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú (Mt. 26:39). Es verdad que su sacrificio fue necesario para redimir a la humanidad, pero Jesús no se suicidó. Lo mataron las autoridades romanas en combinación con las judías. Los demás mártires que ha tenido la fe cristiana desde el primer siglo de nuestra era no fueron tampoco suicidas que atentaron contra sus vidas por motivos religiosos. Otros fueron quienes les quitaron la vida. El verdadero mártir de la fe no se suicida, sino que es víctima inocente de un homicidio. La vida humana es un valor fundamental de la persona pero no es el valor supremo. Según el Evangelio, hay que estar dispuesto a dar la vida por los demás o por el reino de Dios, como hizo el Señor Jesús, cuando sea menester hacerlo. Esto no es suicidarse sino simplemente ser coherente con la propia fe. Cuando un valor absoluto, como la Iglesia o la extensión del reino, está en peligro, ofrecer la vida es algo que dignifica al cristiano y no tiene absolutamente nada que ver con la eutanasia o el suicidio. La esperanza cristiana de una vida más allá de la frontera de este mundo natural empapa de sentido el misterio del sufrimiento y la muerte. Vivir para el Señor supone, desde la óptica de la fe, reconocer que el mal se transformará gradualmente en el bien. Es la misma idea que transmite el apóstol Pablo: Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta a las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia (Co. 1:24). El ejemplo de Jesucristo rechazando aquel brebaje que pretendía embotar sus sentidos en el instante de la muerte, es suficientemente significativo (Mt. 27:34). Hoy mediante la tecnología médica se priva a los moribundos, muchas veces innecesariamente, de esos últimos minutos de lucidez. No obstante, es muy importante que las personas puedan despedirse de sus seres queridos y prepararse para el viaje final. ¿Cuántas criaturas han aceptado el Evangelio en esos decisivos momentos? No es correcto robarle la muerte a nadie. El creyente debe ver su propia muerte como la veía Jesús, como el encuentro definitivo con la Vida. Fallecer no es el fin, sino el principio. El día de la muerte coincide con el día del nacimiento a la verdadera Vida. De ahí que mientras habitamos en este mundo debamos dar muestras de vida en medio de tantas huellas de muerte, odio, injusticia e insolidaridad como nos rodean por todas partes. Los cristianos tenemos que seguir llevando el mensaje de la resurrección y de la vida a aquellas víctimas de esta cultura de la muerte. Nuestro ejemplo y nuestra manera de comportarnos ante tal salida pueden suponer un convincente testimonio. El que cree en Jesucristo como su salvador personal tiene que aprender a mirar cara a cara la muerte.
© A. C. Suárez, ProtestanteDigital.com (España, 2006)

3 comentarios:

  1. Estupendo artículo. Sólo puntualizar que cuando un enfermo terminal está sufriendo de dolor, no ya lo cristiano, sino lo humano es aliviar ese sufrimiento con todos lo medios de que dispone la medicina, no descartando incluso la sedación en cualquier grado de profundidad. No veo correcto afirmar desde la óptica de quien no sufre los rigores de algunas enfermedades extremadamente dolorosas que con la tecnología médica privamos a los pacientes de los últimos minutos de lucidez. Si esos momentos son de sufrimiento insoportable, lo humano es sedarlos hasta el grado que sea necesario. Por supuesto, con el consentimiento del paciente, que de forma habitual y humana es quien lo solicita.

    Está mal tener la intención de acortar la vida de un paciente terminal. Pero igualmente está mal no aliviar el sufrimiento de un paciente terminal aunque el tratamiento conlleve el riesgo de acortar la vida del paciente.

    Yendo al terreno religioso:
    Los evangelios cuentan que Jesús optó por no sedarse ante el sufrimiento último. Pero de ningún texto neotestamentario se deduce que todos tengan que seguir su ejemplo en esto.

    ResponderEliminar
  2. En mi país, Paraguay, actualmente existe una suerte de epidemia de accidentes cerebro vasculares... y la ciencia médica, ha logrado la destreza? de estabilizar al paciente, pero, lo normal es que, si no queda en estado vegetativo, queda con gravísimas incapacidades físicas y mentales...
    Conozco decenas de casos de enfermos, muchos jóvenes, que han quedado en coma y sólo sobreviven gracias a la asistencia médica de artilugios para alimentación Y otros para mantener la vida vegetativa...
    ¡¿QUÉ SE HACE EN ESTOS CASOS?!
    ¿es lícito y cristiano DESCONECTAR a los que están en coma profundo y con dianostico bajo de recobrarse?
    En Py, los seguros médicos públicos y privados, sólo cubren un mes para mantener esta condición del enfermo en coma... y luego, si no quieres seguir pagando el hospital, te lo tienes que llevar a tu casa, y ahí está con los tubos y tienes que contratar una enfermera (tres, en realidad) para que asista al enfermo en coma... pues, pocos saben del manejo de esos 'tubos'...
    Yo estoy con la postura de la Madre Teresa, que se los asista en la medida de humanidad, pero sin recurrir a extremos de anestesiarlos totalmente... Ella creía que el dolor, ayudaba al 'muriente' a acercarse más a Dios...
    ¿cuántas veces se respeta la voluntad del paciente?... por acá, ni siquiera tienen el derecho de saber de su enfermedad y de los pronósticos médicos, y se lo dicen a los familiares, o sea, a los que van a PAGAR el tratamiento...!!!

    En fin,
    Buen tema, pero poco debate...

    Quizá vas muy acelerado José Carlos...

    un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Es verdad en paraguay existe una epidemia de accidentes cerebro vasculares,en su mayoria debidos a la mala alimentacion,no por falta de medios sino de cultura y la tambien incultura de no hacerse un examen periodico para comprobar el estado general,lo mas comun son casos de hipertension debido a una alimentacion desbalanceada,con exceso de consumo de grasas animales,poca o ninguna verdura.En cuanto a que el paciente no es informado de su estado,en estado vegetativo seria dificil informarlo,en otros casos si son informados de su situacion salvo algunos casos por pedido expreso de los familiares.En cuanto a que los seguros publicos cubren solo un mes no es cierto en principio cubren 3 meses y despues dependiendo de las condiciones del paciente o su evolucion son transladados a la unidad de enfermos cronicos,en caso de no tener tampoco seguro publico existen hospitales estatales que no son gratuitos ya que como no tienen infraestructura se debe proveer todo lo que necesite el paciente ya sean medicamentos o equipo desechable como tubos de aspiracion,guantes esteriles,etc.
    La salud en Paraguay funciona mal y a veces peor pero se llega a extremos por lo mismo de siempre "LA FALTA DE EDUCACION DE LA GENTE QUE HACE QUE NO COMA COMO SE DEBE,NO SE HAGA CONTROLES Y TAMPOCO SIGA LAS INDICACIONES DEL MEDICO".Ademas hagamos una pequeña gran diferencia,una cosa es muerte cerebral y otra estado vegetativo,el primero es irreversible,el segundo no,mantener viva una "planta" para regarla cada tanto y mirarla egoisticamente no es humano ni cristiano,pero el que esta en estado vegetativo no tiene muerte cerebral y tiene posibilidades de recuperarse y si no queda como antes igual es un ser vivo y pensante con alma y derechos y afectos,para esa gente que ama a ese paciente poco importa si queda con la boca torcida,un brazo inmovil o en silla de ruedas.Muchos dicen que prefieren la muerte antes que quedar asi,uno de ellos era mi hermano pero fue y es el que mas lucho para salir y salio,hoy que entiende nuevamente no esta arrepentido de que salvaran su vida,como veran no somos quienes para decidir sobre la vida y la muerte de los demas en este sentido; si deberiamos ser los promotores de la vida y la salud de todo un pais apoyando campañas de educacion,nutricion e higiene basicas.

    ResponderEliminar