domingo, 19 de diciembre de 2010

Jonás: Yahweh Dios mío, tú sacaste mi vida de la sepultura.






“…y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches…Del vientre del sepulcro clamé y oíste mi voz…Echado soy de delante de tus ojos; mas aún veré tu santo templo…tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Yahweh Dios mío”.
(Jonás 2:1-7)


El profeta Jonás ejerció su ministerio aproximadamente alrededor de los años 790-770 a.C, durante el reinado de Jeroboam II en el norte de Israel y Amasías en el reino del sur. Lo sucedido a Jonás fue una profecía viviente de lo ocurrido a Jesucristo 800 años adelante. Cristo fue crucificado y al tercer dia resucitó.

En el caso del profeta, la ballena (o gran pez) fue un símbolo de esa sepultura infernal (v.6-7), donde experimentó la miseria de la materia descompuesta habitando en un alma que se retorcía entre la vida. Jesús estuvo igualmente activo, mientras su cuerpo reposaba en el jardín sepultural comprado por José de Arimatea. Cristo bajó hasta las prisiones del infierno llevando su mensaje de esperanza, predicando a las almas desahuciadas (1 Ped 3:18-19; Hch 2:27, 31) la luz que él representaba y la oportunidad de participar en la futura—y ahora cercana en el tiempo—primera resurrección (Apoc 20:6).

Cristo nos muestra así que el mundo físico es propicio al cambio inextinguible y próximo a abrazar la eternidad; y esa visita suya al Hades de la oscuridad, era parte del Plan Divino, donde misericordia y justicia se mezclan en un núcleo indispensable para anunciarles a las almas al Salvador de la humanidad; sin embargo, muchos lo rechazaron, aún bajo sus tristezas y sufrimientos. Es la naturaleza rebelde que engendra el pecado y que se impregna en nuestras almas; de la misma forma que—en nuestro mundo físico—comprobamos cómo el dolor orgánico genera sufrimiento, lamento, y puede llegar a emancipar una etérea depresión sin retroceso. Solo el Hijo de Dios podía (puede) revertir esa causa, acción y reacción, ofreciéndose él mismo hasta la muerte de cruz, y a punto de resucitar una vez vuelto del infierno; no obstante unos han creído, y otros lo han rechazado de generación en generación; porque él mismo profetizó: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros…Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Jn 15:18-20).

El profeta Jonás nunca imaginaria, a pesar de su queja ante Dios, que su nombre sería famoso a través de los siglos, y que los niños cantarían su historia y sentirían felicidad al reconocer la ballena de los mares y la enorme fe del profeta. Algunos que se auto-admiran como teólogos, se han atrevido de llamar a Jonás “el profeta desertor” por haberse resignado a cumplir lo encomendado por el Señor. Siempre hay quienes queriendo aparentar ser tan perfectos y religiosos delante de Dios terminan derramando blasfemias por entre sus dientes con sus lenguas borrachas en arrogancia; y los supuestos grandes conocimientos teológicos de que alardean, no le son suficientes para entender que el Altísimo no escoge a desertores, sino a humanos que lo aman de corazón, con sus altas y bajas

La fe de este hombre de Dios era enorme, y no por gusto Yahweh lo había escogido entre sus elegidos. Baste ver que cuando aquellos hombres en la barca se remordían en sus entrañas al saber que asesinarían al profeta (si lo lanzaban al mar) y así poder evitar un inminente desastre, le preguntan a él: ¿Qué te haremos para que la mar se nos quiete, porque todos perecemos?; y el profeta les responde tranquilamente: “Tomadme y echadme a la mar…” (1:11-15). Esto pareció a esos marineros como una especie de suicidio, e hicieron por evitarlo a toda costa, porque no entendían la fe del hombre que tenían frente a sí; quien confiando en Yahweh, el cual lo había enviado a profetizar la inminente destrucción de la ciudad de Nínive, sabía que su Dios era lo suficientemente poderoso como para protegerlo aún en las oscuras y terribles profundidades del mar, salvándolo finalmente.

No temas amigo lector, cuando las oscuridades profundas de este mundo te agobien, y parezca que la vida se te ha ido en un abrir y cerrar de ojos entre gozos pasajeros e injusticias que nunca desaparecieron. El Justo Mesías Salvador dijo: “porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12: 40); asegurándonos su resurrección y victoria sobre la muerte, para siempre jamás. Leer artículo relacionado: ¿Es la resurrección de los muertos un hecho sustancial?

Siempre, cuando se trae a memoria el pasaje sobre la profecía de Jonás, se hace énfasis en su discusión con el Creador, a quien le augura de antemano que la misión asignada a él terminaría en disgusto y ridiculez al saber que—una vez visto el arrepentimiento de los Ninivitas—Dios abortaría el castigo que el profeta anunciaba, encomendado por el Espíritu Santo de Dios contra los ciudadanos de la urbe capitalina Asiria. Y así ocurrió finalmente, Dios perdona a toda una ciudad que mostró arrepentimiento sincero, y se lo hace ver a Jonás diciéndole: "¿Tanto te enojas…? Tuviste tú lástima de la calabacera…¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella grande ciudad donde hay más de ciento y veinte mil personas que no conocen su mano derecha ni su mano izquierda, y muchos animales?" (4:9-11).

Dios vela atentamente por los niños y animales también. Advertimos que si solo un puñado universal de humanos, se arrepintieran y arrimaran al Creador, evitarían la ira que se acerca en el Final de los Tiempos; sin embargo, las estadísticas y lo que se percibe en nuestras sociedades, indican que difícilmente serán inclinados sus corazones hacia el Salvador y Señor de los cielos. La gran mayoría están aturdidos en sus concupiscencias y entretenimientos, buscando solo señales para poder creer; según ellos, pero en realidad justificándose vanidosamente, pereciendo en sus propias ignorancias y baja estima, sin apreciar el hecho de haber sido creados a imágen de Dios. Las señales han sido dadas hace mucho tiempo ya. Jesús dijo: “Esta generación mala es; señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque como Jonás fue señal a los Ninivitas, así también será el Hijo del hombre a esta generación…Mira pues si la lumbre que en ti hay, es tinieblas” (Lc 11:29-35).

Como nota aclarativa quisiera señalar que muchos han escrito sobre el tema de si Cristo estuvo en realidad “Tres días y tres noches” en el sepulcro; e incluso se ha tentado con grandes posibilidades mover su crucifixión del viernes para el jueves, y así llegar al domingo de resurrección. La verdad es que no tiene gran sentido, si es que entendemos cómo los hebreos contaban las tardes-noche; y de qué manera usaban su lenguaje y costumbres para transmitir las ideas. Por ejemplo, al igual que Dios (Gn 1:13, 19, 23) ellos contaban los días de tarde a tarde, y aún cuando el domingo era temprano en la mañana y aparentemente el dia no había concluido, sí había transcurrido ya “tarde-noche-mañana” de ese dia, equivaliendo a un dia comúnmente hablando. Se pueden analizar pasajes bíblicos similares como en: Jos 9:16-17; 1 Sam 20:19, 24-25; 1 Sam 30:12-13; y 1 Ry 12:5, 12.

Eso no es todo. Si vamos a la Historia Sagrada, libro de la reina Ester, vemos que ella le deja ver a su tío, en referencia a la necesidad de hacer penitencia por tres días para evitar la ruina de los hebreos: “Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis por mí en tres días, noche ni dia..."Y aconteció que al tercer dia se vistió Ester su vestido real..” para ir a la presencia del rey (Est 4:15-17; 5:1-3); es decir, a pesar—cual costumbre hebrea—de pedir ayuno durante “tres días y noches”, no obligatoriamente significaba tres días tal como lo entendemos hoy; y es así que la vemos al tercer dia en la mañana (como Cristo el domingo temprano), saliendo de su ayuno y yendo a la presencia del rey. Téngase esto en cuenta siempre cuando examinemos y estudiemos las Sagradas Escrituras, evitando confusiones innecesarias, o forzadas explicaciones teológicas para adaptar un hecho a un concepto; cuando la Palabra de Dios no necesita que los hombres la tengan que enmendar o amoldar.

El profeta Jonás se sintió en su sepulcro del ballenato como muerto en vida, sufriendo el infierno que lo rodeaba, en las profundidades oscuras del mar; sin embargo, sabía que una vez resucitado a vida plena (v.7), volvería a ver el santo Templo de Dios (v.5). Es una profecía de lo que le sucedió a Jesús, y una semejanza de lo que ocurrirá a los cristianos—todos quienes han aceptado a Jesús como Señor y Salvador—al Final de los tiempos en medio de una gran resurrección (1 Cor 15:51-54); quienes volverán a ver el Templo de Dios reconstruido (Amos 9; 11), como testimonio a las naciones durante el Reino Milenario de Jesucristo, y llamado Casa de Oración de todos los pueblos de la tierra (Is 56:7).

Quiera Adonai que como el profeta Jonás, también puedas un dia aclamar con sinceras alabanzas y regocijo: “tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Yahweh Dios mío”.

por Alejandro Roque González.

No hay comentarios:

Publicar un comentario