Estamos viviendo en un tiempo de la revelación más grande del evangelio en la historia. Hay más predicadores, más libros, y más medios de saturación del evangelio como nunca antes. Pero, nunca ha habido tanta aflicción, ni tantas mentes atribuladas entre el pueblo de Dios. Los pastores de hoy día diseñan sus sermones sólo para levantar a las personas y ayudarlas a manejar su desesperación. No hay nada malo en hacer esto. Yo predico esas verdades también. Pero yo creo que hay sólo una razón por la cual vemos tan poca victoria y liberación: es la incredulidad. El hecho es que Dios ha hablado con gran claridad en estos últimos días. Y esto es lo que él ha dicho: “Ya te he dado una Palabra. Ya está hecha y está completa. Ahora posiciónate en ella.”
Que nadie le diga que estamos experimentando una hambruna de la Palabra de Dios. La verdad es que estamos experimentando una hambruna de escuchar la Palabra de Dios y obedecerla. ¿Por qué? Porque la fe es tan irracional, pero la fe nunca viene a nosotros por medio de la lógica o la razón. Pablo lo declara plenamente, “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Esta es la única manera que la fe verdadera se levanta en el corazón de cualquier creyente. Viene por el oír – es creyendo, confiando y actuando – la Palabra de Dios.
“Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos… Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias… Muchas son las aflicciones del justo… Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían” (Salmo 34:15, 17, 19, 22).
En tan sólo estos pocos versos de los Salmos, se nos da lo suficiente de la Palabra de Dios como para quitar toda incredulidad. Yo le animo ahora: escúchela, confíe en ella, obedézcala. Y finalmente, descanse en ella.
Que nadie le diga que estamos experimentando una hambruna de la Palabra de Dios. La verdad es que estamos experimentando una hambruna de escuchar la Palabra de Dios y obedecerla. ¿Por qué? Porque la fe es tan irracional, pero la fe nunca viene a nosotros por medio de la lógica o la razón. Pablo lo declara plenamente, “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Esta es la única manera que la fe verdadera se levanta en el corazón de cualquier creyente. Viene por el oír – es creyendo, confiando y actuando – la Palabra de Dios.
“Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos… Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias… Muchas son las aflicciones del justo… Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían” (Salmo 34:15, 17, 19, 22).
En tan sólo estos pocos versos de los Salmos, se nos da lo suficiente de la Palabra de Dios como para quitar toda incredulidad. Yo le animo ahora: escúchela, confíe en ella, obedézcala. Y finalmente, descanse en ella.
David Wilkerson
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