domingo, 21 de junio de 2009

No juzgar


Evangelio según San Mateo, capítulo 7, versículos del 1 al 5
NO JUZGAR.
1. "No juzguéis, para que no seáis juzgados.

2. Porque el juicio que vosotros hacéis, se aplicará a vosotros, y la medida que usáis, se usará para vosotros.

3. ¿Por qué ves la pajuela que está en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu ojo?

4. ¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame quitar la pajuela de tu ojo", mientras hay una viga en el tuyo?

5. Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano".

COMENTARIO

1. Se prohibe el juicio temerario. S. Agustín observa al respecto: "Juzguemos de lo que está de manifiesto, pero dejemos a Dios el juicio sobre las cosas ocultas" (Luc. 6, 37; Rom. 2, 1). Hay en este sentido una distinción fundamental entre el juicio del prójimo que nos está absolutamente prohibido, y el juicio en materia de espíritu que nos es recomendado por S. Juan, S. Pablo y el mismo Señor (7, 15; I Juan 4, 1; I Tes. 5, 21; Hech. 17, 11; I Cor. 2, 15).
2. Es la regla del Padre Nuestro (6, 12 ss.). Importa mucho comprender que Cristo, al pagar por pura misericordia lo que no debía en justicia (S. 68, 5 y nota), hizo de la misericordia su ley fundamental y la condición indispensable para poder aprovechar del don gratuito que la Redención significa; esa Redención, sin la cual todos estamos irremisiblemente perdidos para siempre. Dedúcese de aquí, con carácter rigurosamente jurídico, una gravísima consecuencia, y es que Dios tratará sin misericordia a aquellos que se hayan creído con derecho a exigir del prójimo la estricta justicia. Bastará que el divino Juez les aplique la misma ley de justicia sin misericordia, para que todos queden condenados, ya que "nadie puede aparecer justo en su presencia" (S. 142, 2). Véase la "regla de oro" (v. 12) y la Parábola del siervo deudor (18, 21 ss.). S. Marcos (4, 24) añade a este respecto una nueva prueba de la generosidad de Dios.
3 . Véase en la nota a Luc. 6, 42 el hondo sentido de este pasaje.
Fuente: www.aciprensa.com

2 comentarios:

  1. Jesús, tomando la palabra, le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» Simón contestó: «Habla, Maestro.» Y Jesús le dijo: 41 «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a ambos. ¿Cuál de los dos lo querrá más? (Lc 7,40..)Aunque se titula 'La mujer pecadora y el fariseo' Jesús compara el 'juzgamiento' del Amor

    También decía Jesús sobre el JUZGAR:
    54 También decía Jesús a la gente: Cuando ustedes ven una nube que se levanta por el poniente, inmediatamente dicen: “Va a llover”, y así sucede. 55 Y cuando sopla el viento sur, dicen: “Hará calor”, y así sucede.
    56 ¡Gente superficial! Si ustedes saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no comprenden el tiempo presente?
    57 ¿Cómo no son capaces de juzgar por ustedes mismos lo que es justo?
    58 Mientras vas donde las autoridades con tu adversario, aprovecha la caminata para reconciliarte con él, no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al carcelero, y el carcelero te encierre en la cárcel. 59 Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.(Lc 12, 54)

    Yo percivo, que el criterio del juzgamiento que propone Jesús es a los fines de la RECONCILIACIÓN. Si no somos capaces de juzgar lo que es justo, ¿cómo habremos de reconocer nuestros propios errores y tratar de enmendarlos?

    No sé si recordarás, pero la versión antigua decía: "perdona nuestras deudas, como también perdonamos a nuestros deudores"...
    Antes de perdonar hay que hacer un reconocimiento (juzgamiento) de la deuda propia y ajena

    Hoy, con facilidad se dice, Dios es misericordioso y todo me lo perdonará, porque Dios es Amor...¡Qué comodidad!

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  2. Le doy la razón a Maricrispa en cuanto es muy cómodo quedarnos en eso de que “Dios es Misericordioso” y seguir con “No juzguéis”. De esta manera, anulamos todo espíritu crítico y los espabilados hacen lo que quieren. También le doy la razón a S. Agustín en que Dios ve las intenciones y nosotros no. Tengamos bien claro que no es lo mismo “espíritu critico” que “ser criticones”. Para lo primero, se necesita esforzarse en tener claros los criterios evangélicos de la justicia del Reino de Dios, aplicárnoslos primero, y luego exigirlos en los demás. Para lo segundo, con dejarse llevar por la envidia o la antipatía hacia alguien, basta. Roser Puig

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