domingo, 12 de diciembre de 2010

La maravilla de la Natividad





Buenas noches, amigo José Carlos. Te escribo desde la ciudad de Manaos, a la orilla del inmenso Amazonas, grandezade las grandezas que cantan la intervención de Dios en nuestro mundo especial, quizá único en nuestra galaxia.

Te agradezco infinitamente las deferencias que tuviste conmigo en La Coruña y El Ferrol, hasta el detalle de llevarme personalmente al pazo de la reunión.

De vuelta en Roma, se hablaron los asuntos en detalle y te puedo asegurar que tu caso no está olvidado, sino que sirve de recordatorio para otros. Es claro que dentro de nuestra amada Iglesia hay almas descarriadas, inclinadas al pecado; hay personas que no recogen las amonestaciones. Ya hablaremos de esto según evolucionen tus problemas.

Hoy quería decirte que me llamó la atención un artículo en gallego de la revista Irimia, sobre la maravilla de la Natividad del Señor. Me la llamó porque me parece que la supuesta autora, que escribe su nombre con ortografía caprichosa, "Christina" en vez de Cristina, oculta la personalidad de un hombre. Es más, te diría que quien escribió ese microensayo es uno de esos ex-curas que pretenden conciliar el ateísmo en que se hundieron hace mucho (quizá en el seminario) con las creencias que les conviene mantener vivas para que no les falte dinero en la boeta de la parroquia.

Yo no palpo sentimiento de mujer en la interpretación que la supuesta señora Moreira hace del anuncio de la llegada de Cristo al mundo. Curiosamente, ya me ha pasado otras veces, en diferentes países y con expresiones en distintas lenguas de las que soy capaz de apreciar matices, que este tipo de discurso se correspondía con el de damas dispuestas a ocupar los sitios que tradicionalmente ocupan los varones de la Iglesia, consagrados a Ella. Profundizando en la curiosidad, tales discursos habían sido preparados por varones relacionados con esas señoras de manera no siempre confesable dentro de la ortodoxia de la Madre Iglesia de Roma.

En fin, querido José Carlos, ya me comentarás estas ideas. Lo que importa es que ahí viene la Navidad, que yo recuerdo con tanta fuerza, la de mi niñez en la aldea, la de la fiesta familiar, la misa del gallo, los villancicos y los aguinaldos. Aquella era la Navidad de la inocencia, en la que no cabían ni doctores ni doctoras imitadoras de ellos.

Recibe un gran abrazo en la esperanza de un nuevo encuentro. Disfruta de la Navidad con tu familia. Gloria in Excelsis Deo.
Te esperamos en Roma tus hermanos en Cristo.
Emérito.

Artículo sobre la navidad de la revista Irimia:



1 comentario:

  1. Vaya, ahora el chico de la película se disfraza de mujer. Lo que le faltaba: travestí.

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