No podemos dejar de denunciar que Israel no es –bajo ninguna perspectiva- una nación democrática, sino que se comporta de facto como un país regido por el integrismo religioso y étnico más intolerante.
Por ejemplo, se sabe que ha expulsado –cada vez más- a decenas de cristianos extranjeros (evangélicos y católicos), sin juicio previo o trámite legal alguno, impidiendo su regreso al país; incluyendo a muchos que llevaban años residiendo en Israel, la mayoría realizando una obra social digna de mérito.
No sólo esto. A los israelíes que han abandonado la fe de sus padres abrazando el cristianismo los han encarcelado, expropiado sus bienes, o amenazado de muerte, impidiendo que tengan en su poder biblias o libros que hablen de la fe cristiana. Tampoco se les permite hablar de sus ideas con otros israelitas.
Además, Israel ha invadido con su ejército la zona limítrofe a su territorio, donde acampaban palestinos desarmados en señal de protesta (primero fue un puñado de familias, luego se fueron agregando más y más personas, hasta sobrepasar los veinte mil). Nunca atacaron a Israel.
El ejército israelí arrasó el campamento, acabando con la vida de hombres, mujeres y niños. Poco es lo que la prensa internacional pudo informar en un primer momento, ya que el Gobierno israelí interrumpió el servicio de internet, ocultando información, e impidiendo la entrada a periodistas que querían acercarse al lugar de los hechos o expulsando a los que allí estaban.
Pero de fuentes personales fiables ya se deduce con seguridad que a las muertes se añaden detenciones, torturas... agresiones indiscriminadas.
Y todo con la complicidad de la comunidad internacional, que calla o susurra cuando debería gritar ¡basta!
¿Se ha vuelto loco Israel?
Por ejemplo, se sabe que ha expulsado –cada vez más- a decenas de cristianos extranjeros (evangélicos y católicos), sin juicio previo o trámite legal alguno, impidiendo su regreso al país; incluyendo a muchos que llevaban años residiendo en Israel, la mayoría realizando una obra social digna de mérito.
No sólo esto. A los israelíes que han abandonado la fe de sus padres abrazando el cristianismo los han encarcelado, expropiado sus bienes, o amenazado de muerte, impidiendo que tengan en su poder biblias o libros que hablen de la fe cristiana. Tampoco se les permite hablar de sus ideas con otros israelitas.
Además, Israel ha invadido con su ejército la zona limítrofe a su territorio, donde acampaban palestinos desarmados en señal de protesta (primero fue un puñado de familias, luego se fueron agregando más y más personas, hasta sobrepasar los veinte mil). Nunca atacaron a Israel.
El ejército israelí arrasó el campamento, acabando con la vida de hombres, mujeres y niños. Poco es lo que la prensa internacional pudo informar en un primer momento, ya que el Gobierno israelí interrumpió el servicio de internet, ocultando información, e impidiendo la entrada a periodistas que querían acercarse al lugar de los hechos o expulsando a los que allí estaban.
Pero de fuentes personales fiables ya se deduce con seguridad que a las muertes se añaden detenciones, torturas... agresiones indiscriminadas.
Y todo con la complicidad de la comunidad internacional, que calla o susurra cuando debería gritar ¡basta!
¿Se ha vuelto loco Israel?
No. Este Editorial que han leído es falso. Israel es un país democrático, y no ha llegado a realizar los hechos que antes han leído. Pero sí Marruecos. ¿Se habría consentido esta actuación a Israel sin una condena internacional? Seguro que no, por actuaciones (a veces condenables, no hay duda) se han realizado declaraciones y presiones internacionales de todo tipo.
Ahora sustituyan a Israel por Marruecos, y a los palestinos por saharauis, y leerán la realidad de lo que está ocurriendo en el Sahara occidental.
Y pregúntense si, además de la complicidad pasiva de quienes toleran a Marruecos todo tipo de agresiones a los derechos humanos, existe un trato equitativo con Israel cuando se informa de los sucesos que ocurren en Oriente Medio. Y si la respuesta es que no, mediten sobre las raíces de esta situación y todo lo que implica. Tanto la pasividad ante Marruecos como la agresividad proporcionalmente desmedida en contra de Israel.
Fuente:Ahora sustituyan a Israel por Marruecos, y a los palestinos por saharauis, y leerán la realidad de lo que está ocurriendo en el Sahara occidental.
Y pregúntense si, además de la complicidad pasiva de quienes toleran a Marruecos todo tipo de agresiones a los derechos humanos, existe un trato equitativo con Israel cuando se informa de los sucesos que ocurren en Oriente Medio. Y si la respuesta es que no, mediten sobre las raíces de esta situación y todo lo que implica. Tanto la pasividad ante Marruecos como la agresividad proporcionalmente desmedida en contra de Israel.
Protestante digital
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