L. L. - Berlín
Hace 20 años, el padre Georg Müller abusó de un menor en Noruega. Luego, siguió trabajando y llegó a ser nombrado obispo de la ciudad de Trondheim. Cuando la víctima tuvo la fuerza de denunciar, el año pasado, Müller confesó y dimitió. La Iglesia indemnizó a la víctima y el caso permaneció oculto hasta ayer, cuando fue denunciado por una televisión. La historia traslada a Noruega el foco del escándalo de abusos sexuales en la Iglesia católica, justo mientras el Vaticano cierra filas alrededor de Benedicto XVI y califica de "chismes" las acusaciones de las víctimas. Con esta dimisión, son ya una veintena los obispos católicos que han dejado sus cargos, la mitad en EE UU, envueltos en escándalos sexuales en las dos últimas décadas.
Georg Müller (58 años), nacido en la ciudad alemana de Eifel, comunicó su dimisión durante una misa en Trondheim el pasado 7 de junio. En esa ocasión, aludió a problemas de cooperación en la comunidad. La decisión fue recibida con sorpresa en el reducido ambiente católico del país (menos de un 5% de los 4,8 millones de habitantes), ya que el obispo ocupaba su cargo desde 1997. Ayer, sin embargo, se dio a conocer su verdadera historia. "Un abuso sexual fue la causa de su renuncia", escribió en su versión digital la televisión publica Nrk.
El delito ya había prescrito cuando, en 2009, la víctima, un antiguo monaguillo que se encuentra ahora en su treintena, se animó a denunciar. Habían pasado 20 años desde la violencia.
Tras la imputación, la Iglesia noruega llevó al cabo una investigación y consideró creíbles las denuncias. Informado acerca de la acusación, Müller reconoció inmediatamente su culpabilidad. Aseguró, sin embargo, que no había otras víctimas, y ofreció espontáneamente su renuncia.
El diario local Adresseavisen afirma que la víctima recibió una indemnización de la Iglesia de entre 400.000 y 500.000 coronas (entre 50.000 y 65.000 euros). El caso no fue publicado "a petición de la víctima", según la Iglesia local.
El Vaticano confirmó ayer que conocía los hechos desde finales de enero de 2009. Según la versión oficial, reconstruida ayer por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, "en mayo de 2009 el obispo presentó inesperadamente su dimisión, que fue aceptada por el Papa, y en junio dejó la diócesis". Müller siguió viviendo en Noruega. "Fue enviado a terapia y no desarrolló más su actividad pastoral. Desde el punto de vista de la ley civil el caso estaba prescrito".
"Quiero expresar mi compasión con la víctima y la vergüenza por parte de la Iglesia", dijo ayer Bernt Eidsvig, actual obispo de Trondheim y Oslo. En declaraciones a la prensa, el obispo dijo que no puede estar "seguro al 100%" de que no haya otras denuncias. La Iglesia católica noruega ha sufrido otros tres casos de pedofilia, dos en los años cincuenta y otro posterior.
El Vaticano se ha visto atacado, recientemente, por el manejo de denuncias contra sacerdotes pederastas desde varios flancos. A las denuncias de Irlanda, se sumaron los casos de Alemania, Austria y Suiza, entre otros países. Tras la publicación de la pastoral a los católicos irlandeses, Benedicto XVI no ha vuelto a tratar el tema, a pesar de resultar implicado por encubrir un caso en Múnich, cuando era arzobispo. Portavoces de la Santa Sede han afirmado que se está montando una campaña de prensa para atacar la fe católica. En un mensaje con ocasión de la Pascua, el cardenal Angelo Sodano calificó de "chiacchiericcio" (un término italiano que se traduce como "chismes" o "habladurías") el actual escándalo.
El delito ya había prescrito cuando, en 2009, la víctima, un antiguo monaguillo que se encuentra ahora en su treintena, se animó a denunciar. Habían pasado 20 años desde la violencia.
Tras la imputación, la Iglesia noruega llevó al cabo una investigación y consideró creíbles las denuncias. Informado acerca de la acusación, Müller reconoció inmediatamente su culpabilidad. Aseguró, sin embargo, que no había otras víctimas, y ofreció espontáneamente su renuncia.
El diario local Adresseavisen afirma que la víctima recibió una indemnización de la Iglesia de entre 400.000 y 500.000 coronas (entre 50.000 y 65.000 euros). El caso no fue publicado "a petición de la víctima", según la Iglesia local.
El Vaticano confirmó ayer que conocía los hechos desde finales de enero de 2009. Según la versión oficial, reconstruida ayer por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, "en mayo de 2009 el obispo presentó inesperadamente su dimisión, que fue aceptada por el Papa, y en junio dejó la diócesis". Müller siguió viviendo en Noruega. "Fue enviado a terapia y no desarrolló más su actividad pastoral. Desde el punto de vista de la ley civil el caso estaba prescrito".
"Quiero expresar mi compasión con la víctima y la vergüenza por parte de la Iglesia", dijo ayer Bernt Eidsvig, actual obispo de Trondheim y Oslo. En declaraciones a la prensa, el obispo dijo que no puede estar "seguro al 100%" de que no haya otras denuncias. La Iglesia católica noruega ha sufrido otros tres casos de pedofilia, dos en los años cincuenta y otro posterior.
El Vaticano se ha visto atacado, recientemente, por el manejo de denuncias contra sacerdotes pederastas desde varios flancos. A las denuncias de Irlanda, se sumaron los casos de Alemania, Austria y Suiza, entre otros países. Tras la publicación de la pastoral a los católicos irlandeses, Benedicto XVI no ha vuelto a tratar el tema, a pesar de resultar implicado por encubrir un caso en Múnich, cuando era arzobispo. Portavoces de la Santa Sede han afirmado que se está montando una campaña de prensa para atacar la fe católica. En un mensaje con ocasión de la Pascua, el cardenal Angelo Sodano calificó de "chiacchiericcio" (un término italiano que se traduce como "chismes" o "habladurías") el actual escándalo.
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