sábado, 3 de abril de 2010

El Vaticano desautoriza al predicador que comparó los ataques al Papa con el antisemitismo


El Vaticano busca una salida al nuevo embrollo en el que se ha situado a raíz de las revelaciones sobre los abusos sexuales a menores cometidos por miembros de la Iglesia y la gestión que de la crisis está haciendo la jerarquía. Ayer, durante el oficio de Viernes Santo el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, comparó los ataques al Papa y a la Iglesia católica por los abusos con el antisemitismo. La reacción de la Iglesia, desvinculándose ahora de estas declaraciones y la de organizaciones judías de todo el mundo indignadas y pidiendo disculpas no se han hecho esperar.
"Los católicos no pueden aceptar las injusticias elevadas a derechos por las leyes, como los asesinatos de niños inocentes aún no nacidos". En su homilía del Jueves Santo, el Papa ha vuelto a cargar en contra del aborto, pero no ha hecho referencia alguna al escándalo de los curas pederastas que está sacudiendo la opinión pública de medio mundo.


La Iglesia tiene su propia justicia. El secreto de confesión permite esconder los delitos y más si son cometido por su curia. Con cuatro oraciones quedan perdonados. La Iglesia no se ha enterado que estamos en el siglo XXI.


La Iglesia Católica lleva siglos castigando a la humanidad, siempre al lado de déspotas, cómplice e instigador de matanzas y ahora sale a la luz este terrible delito que debe haber estado oculto desde tiempos inmemoriales. Ya va siendo hora de que paguen por sus delitos tanto los autores de los hechos como quienes los encubrieron. Semejante organización no puede recibir ninguna prebenda del Estado.


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