domingo, 31 de octubre de 2010

Escándalo en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol




Estimado José Carlos, ya estoy de vuelta en Roma, después de un nuevo periplo por Grecia. Recibí todas tus notas, traté los asuntos de tipo legal de que hablamos y no me queda más que animarte a que inicies el proceso de anulación de la nulidad de tu matrimonio.
Es una cuestión de justicia para todos los humanos, creyentes o no, católicos o ajenos al catolicismo romano. En tu caso se trata de que juez y testigos parecen parte contraria, y la Iglesia debe quedar libre de sospechas. Si algunos de sus miembros abusan de otro, el resto no tiene por qué quedar manchado por el abuso.
No puedo apartar de mi mente la vergüenza de tu historia con la mujer que no supo ser casta en el matrimonio, el sacerdote concupiscente que la indujo a pecar, la trampa en la que vivieron -y viven, sin temor de Dios- y la cobertura que les dieron otros miembros de la Iglesia, sobre todo uno tan significado como el que celebró la ceremonia de acogida en la comunidad cristiana a los que sólo habían establecido vínculo civil.
Es algo que clama el cielo, y que te obliga a actuar, en dos frentes: el puramente legal y el mediático.
Ante Dios estás obligado a pedir que se revise el proceso que condujo a la nulidad de tu matrimonio (ninguno de los juristas consultados aquí y en España dudan de las irregularidades que muestra la documentación que me enviaste). La disciplina interna da la Iglesia tendrá que dejar las cosas en su sitio.
Por otra parte, ya nos hemos acostumbrado a que los medios de información aireen las miserias de los hombres dedicados a Cristo que no hacían como Él en relación a los niños. Si la Jerarquía ya admitió que no puede revelarse contra esa evidencia, ¿por qué no ha de admitir un hecho bochornoso como en el que te ves implicado?
En fin, José Carlos, como los caminos del Señor son infinitos, mira tú que algunos tenemos como cierto lo que durante tantos años era de sospecha pública acerca de Camilo José Cela y "La cruz de san Andrés".
La autora del original copiado y arreglado nunca se arredró, su hijo abogado la apoyó; y ahora vemos cómo personas cercanas al autor reconocen que "esa obra nunca se debió haber publicado", mientras al editor lo espera un tribunal con acusaciones insuperables.
Ya sabes el dicho de nuestras abuelas, "Por moito que o demo cave, todo se sabe". Por mucho que se quiera ocultar el escándalo que amarga tu vida, acabará saliendo a la Luz: a la Luz de la Verdad que marcan los Evangelios.
Cuenta conmigo, y con mis amigos romanos, para lo que necesites (y hasta con la solidaridad de amigos griegos, cristianos ortodoxos, a los que escandaliza tu drama).
Un abrazo,
Emérito

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