En 1 Corintios 15:3 , Pablo dice que: “Cristo murió por nuestros pecados”, Romanos 5:8 dice que “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, y en 1 Pedro 2:24 dice que Cristo llevó “él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”, y completándose estos pasajes con Efesios 5:2, Hebreos 9:26 y Hechos 10:14 nos presentan la idea de una muerte vicaria (un sufrimiento soportado por una persona en lugar de otra).
Lo que pasó en aquellos tiempos no fue exclusivamente para las personas que lo presenciaron, sino también para ti y para mí. Hoy en día es cuando nos tenemos que preocupar aún más y tener muy presente este acto tan maravilloso; la tela se rasgó, Dios ya pasó del lugar santo al lugar santísimo, ¡ya hizo todo! Y, ¿qué falta? Prepararnos para recibirlo cuando él venga, pedir su perdón, esparcir el evangelio.
Después de la crucifixión de Jesús, sus discípulos quedaron devastados. Lo traicionaron para salvar sus propias vidas. Pero después de encontrarse con el Cristo resucitado, cambiaron radicalmente. De repente estaban ávidos por entregar sus vidas para contar la historia de Jesús al mundo. Muchos fueron torturados y asesinados por proclamar a Cristo resucitado.
Los escépticos y enemigos fueron también transformados. El hermano menor de Jesús, Santiago, no creía que Jesús fuese especial. Pero al aparecer su hermano resucitado, no solamente creyó en Jesús como Señor, sino también se convirtió en el líder de la iglesia en Jerusalén y entregó su vida como mártir en el año 62 D.C.
Saulo de Tarso era el perseguidor en jefe de los cristianos. Los llevaba a la cárcel y cuando no negaban la fe, él mismo atestiguaba en contra de ellos para que los ejecutaran. Pero tuvo un encuentro dramático con el Cristo resucitado de camino hacia Damasco. Entonces su nombre cambió de Saulo, enemigo de los cristianos, a Pablo, principal promotor del evangelio. Dejó su posición de prestigio para convertirse en misionero; experimentó el sufrimiento cruel por amor a Cristo en medio del Imperio Romano.
En Mateo 26:38 , nos damos cuenta de que el golpe fatal había ocurrido mucho antes de que muriera físicamente en la cruz. –“mi alma está muy triste, hasta la muerte..”, ¿De qué manera te conmueve, saber que tu propia culpa causó la muerte de Jesús?
A partir de la resurrección, el proyecto del Reino de Dios, anunciado y vivido por Jesús, se presenta a los Discípulos como una exigencia, como un reto, como un proyecto de vida. Por eso los discípulos siguen el camino que les señaló su Maestro. Aceptan a Jesús como el valor central de sus vidas y se deciden a vivir sus mismas actitudes y a continuar su misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios.
¿Cómo deberías responder a esos sentimientos?
Queda claro que como seres humanos no completamos ese significado en nuestra vida, pero lo menos que podemos hacer es cada día nos esforzarnos por vencer aquellos pecados que nos agobian.
Hoy, como ayer, Cristo sigue cruzándose en la vida de muchos hombres y mujeres y los invita a seguirlo en el servicio a los demás. Hay muchos que seguimos a Jesús solo por emoción, vimos un mover de Dios o como suplió una necesidad en nuestra vida y prometimos seguirle y prometimos cosas sin ni siquiera pensar en el compromiso que estábamos haciendo. Dios demanda de nosotros un compromiso, demanda lealtad y muchas veces seguimos a Jesús solo por una emoción y cuando la emoción termina el compromiso también termina.
No es malo emocionarse por las cosas de Dios si no lo hiciéramos no seriamos seres humanos, lo malo es que solo vivimos en la emoción y no nos comprometemos a mantener una vida cristiana a largo plazo.
Lo que pasó en aquellos tiempos no fue exclusivamente para las personas que lo presenciaron, sino también para ti y para mí. Hoy en día es cuando nos tenemos que preocupar aún más y tener muy presente este acto tan maravilloso; la tela se rasgó, Dios ya pasó del lugar santo al lugar santísimo, ¡ya hizo todo! Y, ¿qué falta? Prepararnos para recibirlo cuando él venga, pedir su perdón, esparcir el evangelio.
Después de la crucifixión de Jesús, sus discípulos quedaron devastados. Lo traicionaron para salvar sus propias vidas. Pero después de encontrarse con el Cristo resucitado, cambiaron radicalmente. De repente estaban ávidos por entregar sus vidas para contar la historia de Jesús al mundo. Muchos fueron torturados y asesinados por proclamar a Cristo resucitado.
Los escépticos y enemigos fueron también transformados. El hermano menor de Jesús, Santiago, no creía que Jesús fuese especial. Pero al aparecer su hermano resucitado, no solamente creyó en Jesús como Señor, sino también se convirtió en el líder de la iglesia en Jerusalén y entregó su vida como mártir en el año 62 D.C.
Saulo de Tarso era el perseguidor en jefe de los cristianos. Los llevaba a la cárcel y cuando no negaban la fe, él mismo atestiguaba en contra de ellos para que los ejecutaran. Pero tuvo un encuentro dramático con el Cristo resucitado de camino hacia Damasco. Entonces su nombre cambió de Saulo, enemigo de los cristianos, a Pablo, principal promotor del evangelio. Dejó su posición de prestigio para convertirse en misionero; experimentó el sufrimiento cruel por amor a Cristo en medio del Imperio Romano.
En Mateo 26:38 , nos damos cuenta de que el golpe fatal había ocurrido mucho antes de que muriera físicamente en la cruz. –“mi alma está muy triste, hasta la muerte..”, ¿De qué manera te conmueve, saber que tu propia culpa causó la muerte de Jesús?
A partir de la resurrección, el proyecto del Reino de Dios, anunciado y vivido por Jesús, se presenta a los Discípulos como una exigencia, como un reto, como un proyecto de vida. Por eso los discípulos siguen el camino que les señaló su Maestro. Aceptan a Jesús como el valor central de sus vidas y se deciden a vivir sus mismas actitudes y a continuar su misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios.
¿Cómo deberías responder a esos sentimientos?
Queda claro que como seres humanos no completamos ese significado en nuestra vida, pero lo menos que podemos hacer es cada día nos esforzarnos por vencer aquellos pecados que nos agobian.
Hoy, como ayer, Cristo sigue cruzándose en la vida de muchos hombres y mujeres y los invita a seguirlo en el servicio a los demás. Hay muchos que seguimos a Jesús solo por emoción, vimos un mover de Dios o como suplió una necesidad en nuestra vida y prometimos seguirle y prometimos cosas sin ni siquiera pensar en el compromiso que estábamos haciendo. Dios demanda de nosotros un compromiso, demanda lealtad y muchas veces seguimos a Jesús solo por una emoción y cuando la emoción termina el compromiso también termina.
No es malo emocionarse por las cosas de Dios si no lo hiciéramos no seriamos seres humanos, lo malo es que solo vivimos en la emoción y no nos comprometemos a mantener una vida cristiana a largo plazo.
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