No se puede arremeter contra comunidades enteras sin estudiar la situación particular de cada individuo.
Las razones son obvias y no haría falta manifestarlas si no fuera por el insólito espectáculo francés: todos los seres humanos son iguales, acreedores del mismo respeto y en posesión de los mismos derechos humanos. Pero aunque no se viera claro este axioma, cualquier político medianamente informado, y más si es francés, debería guardar en todo momento el referente del exterminio nazi a las minorías.
"No fueron los judios ni los moros,
fueron los reyes cristianos, ella se llamó Isabel y él se llamaba Fernando
cuando firmaron la ley no le temblaron las manos.
Finales del siglo quince,
noventinueve era el año, una ley sin compasión
nace en Medina del Campo
cuando firmó la ley, no le temblaron las manos".
Majestades, majestades,
doña Isabel y don Fernando,
antes de poner la firma,
pensarlo, ¡por Dios!, pensarlo".
Esta represión es la cruz que se arrastra desde entonces, de origen eurocéntrico y etnocida, apareciendo durante los posteriores siglos las consecuencias: pobreza, delincuencia, estigmatización, marginalidad...
El racismo, al igual que el machismo y la homofobia, no entiende de ideologías, todo va impregnado en los procesos de enculturación, de generación en generación.
www.cosasdeandalucia.com/web/index.php?option=com_content&task=view&id=286&Itemid
Las razones son obvias y no haría falta manifestarlas si no fuera por el insólito espectáculo francés: todos los seres humanos son iguales, acreedores del mismo respeto y en posesión de los mismos derechos humanos. Pero aunque no se viera claro este axioma, cualquier político medianamente informado, y más si es francés, debería guardar en todo momento el referente del exterminio nazi a las minorías.
"No fueron los judios ni los moros,
fueron los reyes cristianos, ella se llamó Isabel y él se llamaba Fernando
cuando firmaron la ley no le temblaron las manos.
Finales del siglo quince,
noventinueve era el año, una ley sin compasión
nace en Medina del Campo
cuando firmó la ley, no le temblaron las manos".
Majestades, majestades,
doña Isabel y don Fernando,
antes de poner la firma,
pensarlo, ¡por Dios!, pensarlo".
Esta represión es la cruz que se arrastra desde entonces, de origen eurocéntrico y etnocida, apareciendo durante los posteriores siglos las consecuencias: pobreza, delincuencia, estigmatización, marginalidad...
El racismo, al igual que el machismo y la homofobia, no entiende de ideologías, todo va impregnado en los procesos de enculturación, de generación en generación.
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