miércoles, 8 de septiembre de 2010

Torres Queiruga: el ideólogo de las Romaxes










LA XXXIII Romaxe de Crentes Galegos volverá a celebrarse un año más por todo lo alto con el consentimiento de los obispos.







Existe un progreso en la Teología. Además, en la Iglesia siempre debe haber espacio para todas las tendencias, siempre y cuando estas tendencias no sean incompatibles con la Regla de la Fe. Nosotros debemos mantener inalterada la Regla de la fe, escribió San Ireneo en el siglo II.
Ahora bien, lo que se ha dado en llamar teología progresista tiene el problema de que supone una ruptura con esa Regla de la Fe. De ningún modo estoy en contra del progreso, pero si el progreso es hacerse al mundo, eso no es progreso. Para eso nos podíamos haber ahorrado millares de mártires.
llevamos 40 años escuchando mensajes de rancio progresismo que han vaciado las iglesias y los seminarios. Ellos nunca escucharon, siempre criticaron a quienes opinaban distinto como si fueran fanáticos.

Andrés Torres Queiruga, teólogo, profesor de la Universidade de Santiago de Compostela y miembro da Real Academia Galega, el ideólogo de las romaxes dice que "non son más que un acontecimiemento anual de carácter festivo, símbolo de la inquietud de un cristianismo muy vivo, sin ningún tipo de pretensión megalómana".

http://www.galiciahoxe.com/vivir-hoxe-sociedade/gh/se-viras-o-que-eu-vin/idEdicion-2010-09-06/idNoticia-586829/

Queiruga, Boff, Hans Küng, Bernhard Häring, Schillebeeckx, y muchos más no son el progreso de la Teología, sino la renovación de las viejas herejías y errores que condenaron los santos patriarcas del cristianismo: los Santos Padres. Eso no es el progreso, sino el pasado. La Iglesia es el futuro.
La Iglesia es una sagrada tradición. Hay que acercarse a ella a través del estudio y la oración, hay que aproximarse a su voz con humildad, pidiendo entender al Espíritu que todo lo explica y que sigue enseñando.
Estos angelitos del infierno que se autodenominan progres son totalitarios hasta la médula. Sectarios hasta la náusea. Están convencidos de que tienen la razón, pero efectivamente son ancianos varados en la adolescencia; antiguos que se creen modernos; su progreso es muerte y sus avances son en su mayoría errores reiterados del pasado. A lo largo de la historia vuelven en oleadas las mismas memeces una y otra vez protagonizadas con gente con muchas carencias. Cuando se es joven, como me ocurrió a mí hace ya 20 años, puede uno caer en sus doctrinas adulteradas o creer en algunos cantos de sirenas. Hoy ya no.
Los cristianos han de tener siempre presente la enseñanza de Cristo, recordada por el concilio





Vaticano II: «toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas» (GS 13b).
Los laicos han de denunciar los errores doctrinales y los abusos morales y disciplinares. Dentro de la Iglesia, en parroquias, catequesis, colegios, publicaciones, Universidades.
Jesucristo. El Maestro enseñó a los discípulos que los errores y males internos en la comunidad eclesial deben ser denunciados, y que la corrección fraterna ha de hacerse con una discreta gradualidad, llena de humildad, caridad y prudencia. La corrección se hará primero en privado, advirtiendo de sus errores y abusos a la persona o al grupo desviados. Si esto no basta, convendrá reiterar el intento en compañía de otros fieles. Y «si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano» (Mt 18,15-17).







Vaticano II. La Iglesia quiere que todos sus hijos sean verdaderos confesores activos de la fe católica, y que no soporten pasivamente la presencia impune de herejías y sacrilegios dentro de la comunidad eclesial. Con eso ellos, unidos a sus Pastores, están procurando ciertamente las reformas en la Iglesia.







Código de Derecho Canónico. La Iglesia, en los cánones 211-213, da forma imperativa y disciplinar a esa misma enseñanza del Vaticano II que acabo de mencionar, empleando sus mismas palabras, añade algo importante:
«Los fieles tienen derecho a tributar culto a Dios según las normas del propio rito aprobado por los legítimos Pastores de la Iglesia, y a practicar su propia forma de vida espiritual, siempre que sea conforme con la doctrina de la Iglesia» (c. 214).




1390 Callar cuando puedes y debes reprender es consentir; y sabemos que esta reservada la misma pena para los que hacen el mal y para los que lo consienten (SAN BERNARDO, Sermón 9, en la natividad de San Juan).




1391 Si lo dejas estar, peor eres tu; el ha cometido un pecado y con el pecado se ha herido a si mismo; ¿no te importan las heridas de tu hermano? Le ves perecer o que ha perecido, ¿y te encoges de hombros? Peor eres tu callando que el faltando (SAN AGUSTIN, Sermón 82).




1392 Y ninguno diga: yo no sirvo para amonestar, no soy idoneo para exhortar. Haz lo que puedas, para que no se te pida cuenta en los tormentos de lo recibido y mal guardado (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang. ).




1393 Y, ¿quien tiene celo por la casa de Dios? Aquel que pone empeño en corregir todo lo censurable que en ella observa [. . . ]. ¿Ves a tu hermano en peligro? Detenlo, advierteselo, sientelo de corazon, si es que te come el celo de la casa de Dios (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan, l0).







Cada día va siendo más frecuente ver personas, alejadas de la práctica religiosa, o que viven en situaciones irregulares, o ignorantes de lo más elemental, que se acercan a comulgar sin más.
A los pastores de la Iglesia -obispos y sacerdotes- incumbe la grave tarea de informar y formar a los fieles, con su palabra y ejemplo, al respeto sumo de lo que celebran.







INSTRUCCIÓN
REDEMPTIONIS SACRAMENTUM
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar
acerca de la Santísima Eucaristía


[183.] De forma muy especial, todos procuren, según sus medios, que el santísimo sacramento de la Eucaristía sea defendido de toda irreverencia y deformación, y todos los abusos sean completamente corregidos. Esto, por lo tanto, es una tarea gravísima para todos y cada uno, y, excluida toda acepción de personas, todos están obligados a cumplir está labor

[184.] Cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostólica, en virtud del primado del Romano Pontífice.




[290] Conviene, sin embargo, que, en cuanto sea posible, la reclamación o queja sea expuesta primero al Obispo diocesano. Pero esto se haga siempre con veracidad y caridad.

5 comentarios:

  1. Y seguiremos más...
    No me asustan vuestras amenazas...

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  4. Se ve que los estás cabreando. Les estás dando cuando estaban acostumbrados a envalentonarse por la falta de reacciones a sus fanfarronadas. Mucho ánimo.
    Carlos

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