jueves, 21 de mayo de 2009

Transmitir amor en la familia


De Roser Puig para Ottavini

Amigo Ottavini, si en alguna cosa parece que estemos todos y todas de acuerdo, es que hace falta educar en valores. Ahora bien ¿de qué valores estamos hablando? porque “valor”es aquello que cada cual valora. Parece que tu, amigo mío, valoras el autoritarismo del padre de familia de modelo patriarcal. Autoritarismo que, de generalizarse como antaño, conformaría la política (y la Iglesia) hecha a imagen y semejanza de ese modelo familiar. En esto ya no estaríamos de acuerdo tu y yo.
Porque el”padre”, o “cabeza” de ese modelo de familia (por muy bueno que sea) acapara todos los derechos y libertades. Y también toda la autoridad y responsabilidad. El resto de los miembros deben competir entre sí para conseguir el beneplácito del “padre (que también, en ocasiones, es “la madre”) junto a los derechos y las libertades que este puede otorgarles.
A mi entender, este modelo de familia está en contradicción con el mensaje central del Evangelio: “Todos sois iguales” , ”amaos”(porque todos somos, por igual, hijos e hijas de un mismo Dios). La competición por los favores del “padre” difícilmente puede engendrar fraternidad solidaria (que debería ser la consecuencia de ser creyente en Jesús). Tampoco puede, ese modelo de familia patriarcal, ser escuela de igualdad en dignidad, libertad y derechos. Es decir, de ciudadanía. En una sociedad (o familia, o Iglesia) en donde sus miembros no tienen libertad de decisión, estos se mantienen en un perenne infantilismo. Por otra parte, una familia en la que existan roles predeterminados para cada miembro, y diferencias según se sea varón o hembra, es escuela de clasismo y machismo. Tampoco puede ser, el modelo patriarcal, ejemplo de respeto mutuo cuando la esposa está supeditada “en todo” al esposo (como suelen transmitir todas las tradiciones religiosas). ¡Y ya no digamos cuando el “cabeza de familia” se cree con derecho a tener privilegios respecto a los demás miembros de la familia¡
Creo que, en un modelo así y con esos “valores”, es muy difícil que la familia pueda transmitir Amor a las siguientes generaciones. Transmitirá, eso si, “santo temor de Dios” y apariencia de orden (por temor a represalias o castigo) a la par que anulará toda iniciativa personal que no esté sancionada por ”la autoridad competente”. ¿Era la paz de los “sepulcros blanqueados”a la que se refería Jesús cuando les deseaba la Paz a sus discípulos? : “…no como la da el mundo….” (Juan 14:27)

CREO QUE, OTRO DIA, DEBERIAMOS ANALIZAR SI LOS EDUCADORES ESTAMOS EDUCADOS PARA PODER EDUCAR.

Roser Puig

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