domingo, 31 de mayo de 2009

Evangelio




Juan 15,26-27;16,12-15
"El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará."



Comentario
Cristo ha sido glorificado y sigue presente y operante en el mundo por el Espíritu Santo. Los dones del Espíritu superan lenguas y razas, diferencias y divisiones. Son dones que ayudan a crear actitudes de comunidad, de plegaria y de servicio. “En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. El cristiano es un enviado, “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo…”. ¿Y a qué nos envía?.
1 A vivir y a contagiar la paz. Es un don precioso y muchas veces ausente en el mundo. Cristo y su espíritu son fuentes de paz para el que cree.
2 A experimentar el perdón y la misericordia. Todo tiene remedio y el mal puede ser vencido. El perdón y la misericordia son actitudes de la Iglesia ante el mundo.
3 A ser constructores de la comunidad. El Espíritu de Dios se ha derramado en cada uno para lograr la unidad de todos en el amor.
¿Qué es el don? En los Hechos de los Apóstoles nos dice: "Se llenaron del Espíritu Santo". Y Cristo explica el sentido de su soplo: "Recibid el Espíritu Santo". Son gestos parecidos a los del Génesis cuando sobre el caos de la nada, sopla Dios su palabra omnipotente: "Hágase la Luz, háganse las cosas y fue la creación y vio Dios que todo era bueno". Pentecostés es un nuevo Génesis. Hoy nace el mundo nuevo, hoy el Espíritu de Dios se da en un don. Dichoso el hombre que lo comprende porque en su corazón ya ha nacido la eternidad; porque en su corazón ya ha nacido la esperanza de un mundo mejor; porque no se dejará abrumar por los problemas históricos, políticos y sociales; porque sabe que por encima de todo el soplo del Espíritu está alentando una vida que nadie la puede detener y vendrá.



Ven, Espíritu divino,


manda tu luz desde el cielo.


Padre amoroso del pobre;


don, en tus dones espléndido;


luz que penetra las almas;


fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma,


descanso de nuestro esfuerzo,


tregua en el duro trabajo,


brisa en las horas de fuego,


gozo que enjuga las lágrimas


y reconforta en los duelos.


Entra hasta el fondo del alma,


divina luz, y enriquécenos.


Mira el vacío del hombre,


si tú le faltas por dentro;


mira el poder del pecado,


cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía,


sana el corazón enfermo,


lava las manchas,


infunde calor de vida en el hielo,


doma el espíritu indómito,


guía al que tuerce el sendero.


Reparte tus siete dones,


según la fe de tus siervos;


por tu bondad y tu gracia,


dale al esfuerzo su mérito;


salva al que busca salvarse


y danos tu gozo eterno.




Fuente: Cantoral LiturgicoNacional

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